Actos como si de la entrega de los Óscar se tratara. Revistas a todo color. Los mejores profesionales de la imagen y la comunicación a sueldo. Vallas publicitarias copadas por candidatos y candidatas. Publicidad. Más publicidad. Ostentosas cenas y comidas a gastos pagados. Merchandising desenfrenado. Así fue la campaña electoral de muchos candidatos y candidatas del PP en las elecciones municipales y autonómicas del año 2007. Sin ánimo de exagerar, podemos decir a día de hoy que en muchas ciudades y pueblos se vivió como el paso de una apisonadora.

Ahora, once años después, a través de las declaraciones de excargos del PP y la labor de la justicia, se van confirmando las sospechas que durante este proceso electoral y los años posteriores se habían asentado con fuerza en nuestra sociedad. El PP, a través de una presunta trama corrupta y con la participación de diversos empresarios, articuló un mecanismo tramposo y fraudulento como forma de financiación para ganar las elecciones. Para ganar ayuntamientos, para ganar diputaciones, para ganar la Generalitat Valenciana.

Ganaron con trampas. Gobernaron gracias a las trampas. Dopados hasta las cejas y dejando además un rastro de despilfarro, mala gestión y peor reputación para toda una tierra, la valenciana, que necesitará varias generaciones para disolver todo el chapapote corrupto que ha ennegrecido nuestras instituciones y nuestra día a día como valencianos.

En el deporte, cuando se descubre un positivo por dopaje se actúa de manera contundente: se le despoja de los triunfos conseguidos y se le sanciona sin poder participar durante un tiempo determinado. Reconozco que aquí es más difícil. No se pueden devolver alcaldías, ni diputaciones, ni gobiernos de la Generalitat (y menos si ya no los gobiernas). No se les puede decir a los que ganaron elecciones dopados ¡devuélvanos la medalla!

Pero, ¿cómo se recupera la confianza en unas instituciones que, cómo he dicho, fueron manoseadas hasta dejarlas denigradas a ojos de toda una sociedad?. Pues con una revolución de la honradez como la que el nuevo Consell que lidera Ximo Puig ha puesto en marcha.

Un Consell que se ha marcado una hoja de ruta con políticas honradas, honestas y volcadas en las personas, como así se demostró el pasado fin de semana en el seminario celebrado en Benicarló. Un Consell que no cesa en su empeño de conseguir recuperar el tiempo perdido y situar a la Comunitat en la senda de los servicios públicos de calidad, el desarrollo económico y la recuperación de la identidad que el PP dejó por los suelos. Con un nuevo presupuesto de profundo calado social, recuperando derechos y dignidades, y levantando día a día la hipoteca reputacional que el PP nos dejó.

Parecía que esto nunca iba a llegar. Que el sueño de la corrupción en el que vivían todos estos cargos del PP valenciano no iba a terminar nunca. Pero lo ha hecho, y debemos conseguir que no vuelvan, si queremos seguir viviendo en una sociedad gobernada decentemente.