Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Antonio Sempere

En pocas palabras

Antonio Sempere

Nacer y pacer

Cuando Adelfa Calvo recogió su Goya a la mejor actriz revelación, tras expresar sus agradecimientos con su deje andaluz, concluyó su intervención con un contundente: «Éste se va para Málaga». Refiriéndose al «Cabezón». Como en tantas ocasiones, sentí esa envidia sana que me invade cuando encuentro a gente arraigada a su tierra. Gente que va y viene. Que trabaja fuera y vuelve. Que parece que siempre está porque aunque se vayan les puede la inercia de las raíces. La gran Adelfa Calvo, desconocida hasta ahora, ha grabado sus series y realizado sus trabajos por ahí, pero teniendo como referencia a su núcleo sentimental y familiar de la tierra que la vio nacer. En las ciudades donde he realizado estancias más largas he podido comprobar lo fácil que es encontrar a alguno de sus vecinos ilustres, y perdón por lo de «ilustres», en una terraza al sol, en el vestíbulo de un cine, o asistiendo a una conferencia no impartida por ellos. Me ha ocurrido con frecuencia con Gustavo Martín Garzo en Valladolid, con Antonio Soler en Málaga, o incluso hace años con Pepe Hierro, al que era frecuente encontrar en la cantina del patio de Caballerizas con sus amigos de siempre aunque esos días no estuviese invitado a curso de verano alguno. No quiero hacer prolija la lista, pero es algo generalizado. Cada ciudad tiene sus escritores, sus músicos, sus cineastas y artistas, y aunque su agenda les lleve por aquí y por allá, en cuanto pueden acaban pululando por sus lugares de origen, con los que en absoluto han cortado. Todo lo contrario. Son referentes que les viene muy bien tener. Sus paraísos que no cambiarían por nada del mundo. La de veces que he visto a Alejandro Pelayo, Marlango, o Jesús Marchamalo en Santander. En librerías, en cafés, a lo suyo, con los suyos. No me puedo atrever a decir que en Alicante no ocurre lo mismo. Porque sería una «boutade». Alicante tiene, como se ha demostrado en los últimos años, varios Premios Nacionales en las principales disciplinas artísticas. ¿Dejará de haber tejido cultural? Sin embargo, y hablo de mi impresión, es que a veces no sé dónde se meten, dónde están, si permanecen o pasan largas temporadas fuera.

Si he de citar un nombre que no me falla, este es el del poeta Lluis Alpera. En los últimos 25 años hemos coincidido casi a diario, en jornadas laborables y primera sesión, en centenares de películas. Si subía a los Abaco (luego Abaseis) cuando los inauguraron, allí estábamos los dos, a veces solos, viendo los estrenos. Si subía a las 3 salas de los Casablanca o a las 2 del Astoria, allí estaba Lluís. Y todavía en la actualidad, basta con vaya a ver cualquier película independiente a los Kinépolis a primera hora de la tarde para encontrármelo. Y lo cito porque no somos amigos, no nos hablamos, pero a mí me da mucha tranquilidad saber que en mi ciudad existen iguales con los mismos gustos y los mismos intereses. Porque eso y no otra cosa es lo que entiendo por ciudad.

Nacer y pacer. Esa es la cuestión. ¿Cuántas películas habrá visto el ilicitano Vicente Molina Foix en las últimas décadas en la ciudad que le vio nacer? La filiación no se la va a quitar nadie. Pero si no se ejerce día a día, deja de tener valor. Pasa a ser un dato inerte en la biografía. Así no se hace ciudad, no se crea ese magma tan enriquecedor que distingue a los lugares vivos de los no lugares. Mi plan de cultura, mi plan de ciudad, pasa por compartir con las personas, con mis iguales. Gracias a Lluis Alpera por existir.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats