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Ramón Pérez

Como decíamos ayer

Ramón Pérez

Una película ya vista por todos

Un amigo me contaba el sábado por la noche que ya no iba al cine a ver películas españolas ni al Hércules porque sabía de antemano lo que se iba a encontrar: Guerra Civil, algo de «carnaza» y humor del malo. Me costó hacerle entrar en razón y convencerle de que estaba equivocado, de que el cine español ya no es escenas de cama y «frikadas» de Javier Cárdenas. Al menos, no sólo. Le emplacé a que viera alguna película de las premiadas este fin de semana en los Goya, como Estiu 1993, una joya de una delicadeza que apuntó incluso a los Óscar. Con lo del Hércules ya me costó un poco más convencerle porque es cierto que el club se ha acostumbrado a vivir en un clima «guerracivilista», porque 2018 empezó con un tufo a comedia negra por los goles recibidos en el último minuto y porque incluso a principios de siglo esa «carnaza» llegó al Rico Pérez con unas cheerleaders en los descansos en pleno aterrizaje de Ortiz. Pese a todo, también emplacé a mi amigo a que viera el partido de ayer del Hércules en Badalona para que fallara definitivamente en su juicio de no verlo nunca más. Después de ver la primera parte pensé que el Hércules perdía irremediablemente a otro aficionado. Me quise engañar y esperé a los segundos 45 minutos, pero las sensaciones son las mismas de todo el año por más que lleguen fichajes y se repita hasta la saciedad que cada partido es una final. Los de Claudio siguen mostrando endeblez e indecisión atrás , inoperancia e inocuidad arriba y entre medio queda un páramo en el centro del campo. Lo poco a lo que aferrarse durante este nefasto inicio de 2018 se desvaneció ayer bajo la lluvia. José Fran no se mostró tan desequilibrante como en las últimas citas; Candela, menos protagonista que ante el Cornellà; y David Torres calcó la intensidad sin mesura de Mariano Sanz. Para más inri, ni Candela ni Torres estarán este domingo ante el Ebro por sendas amonestaciones. Quizá vuelvan al once los defenestrados Carlos Fernández y Navarrete. O tengan la enésima oportunidad Pepelu y el discutido Miñano. «Desengáñate», me dijo ayer mi amigo. Espero, al menos, que le guste Estiu 1993; por cierto, uno de los últimos veranos en los que el herculanismo sonrió de verdad.

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