Ya no sabe uno cómo predicar en el desierto de las lenguas. Si digo que las lenguas son vehículos de comunicación y de riqueza cultural, es una obviedad. Si digo que la lengua no puede ser utilizada como rehén político, es otra evidencia. Si digo que no se puede multar a una persona que rotula su establecimiento en castellano, parece razonable aquí, y en Pekín. También puedo decir que no entiendo que te dirijas a una persona en castellano y la otra te conteste sistemáticamente en valenciano, sabiendo castellano, o español. Porque si digo español, igual les escuece también.

Hemos vivido, y vivimos, bajo la atenta mirada de la observancia valencianista que piensa que una inmersión, que raya la mala educación, es la mejor manera de preservar la lengua. Craso error. Oiga, craso error para mí, que también puedo opinar libremente. ¿O no puedo hacerlo sin ser tachado de facha y otras algarabías varias?

Para defender el valenciano, nada mejor que hacer buenas producciones literarias, buenos libros de fotografía, buenas obras de teatro, buenas canciones? buena cultura. De nivel, oiga. Porque un buen libro en valenciano, es bueno y además mejora nuestra calidad como ciudadanos. Lo malo es pensar que hay que hacerlo en valenciano, aunque sea una bazofia infumable.

Mi modelo de protección de la lengua valenciana no es un modelo impositivo. Y es tan respetable como lo que opinan los contrarios. Claro que contra su mantra de pensar que solo puedes pensar como ellos, yo no tengo defensa. Da la sensación de que los verdaderos demócratas, los progres guays, son los que imponen la lengua. Que la persecución de tiempos pasados, intolerable para mí, da paso a una nueva ola de imposición al revés. De prohibir el valenciano se ha pasado a obligarlo. ¡Coño, no hay término medio!

Pero claro, tú no le puedes decir a alguien que te hable en una de las dos lenguas oficiales. Porque la perversión es de inicio. Lo lógico es que si una persona de las dos, no habla una de las lenguas oficiales, se entiendan en la que hablan los dos. ¿Se entiende esto, o hay que dar pastillas? Si es por razonable entendimiento. No por posicionamiento. Es para que lo que se hable, se entienda y ya está. ¿Cómo se puede explicar esto sin que salten las alarmas?

Yo hablo inglés. Y si me viene un guiri a decirme dónde se toma un arroz con conejo y caracoles, se lo digo en inglés. ¿O le hablo en español para que sepa que esto es España? ¿Tan difícil es convivir sin tener que tensar?

No sé a quién se le ocurrió, y la turba que le siguió, que debíamos forzar primero el valenciano. Esa estrategia cansina de, «si no quieres taza, toma dos», sólo trae noticias para el periódico. Que si un funcionario no quiso atender en español a una pobre mujer andaluza que lleva cincuenta años en nuestra tierra, y no habla valenciano. Que si un ciudadano, valenciano parlante, se dirigió a un policía en valenciano y, a pesar de que el policía no lo hablaba, siguió en ese idioma, con la falta de comunicación que eso supone.

La lengua es para entenderse, no para perfilar tu manera de entender la política. Pero la lengua siempre ha sido maltratada desde la falta de educación. Mi postura es tan lícita como la de los contrarios, así que tranquilidad. Pero lucharé porque el cilicio no se utilizado para imponer una lengua sobre la otra.

«El Consell exigirá que los nuevos médicos acrediten conocimientos de valenciano». Y se quedaron tan panchos. Los mejores médicos queremos, aunque no sepan ni pajolera idea de valenciano. Y aunque no le hablen nunca. Pero si el médico del cáncer es el mejor de España, aquí no vendrá por el absurdo requisito que da más validez a que hable valenciano, a que sea el mejor médico de España. O de Europa. Porque tanta Europa, y díganme ustedes si no sería mejor para nuestros hospitales que vinieron los mejores médicos europeos, que hablan inglés y español.

Abrase el debate, que la gente también tiene derecho a opinar sobre qué médico quiere. A estos gobernantes de ahora les gusta pedir opinión, excepto cuando tocas algunas medidas de su corpus ideológico. Entonces, prefieren su chiringuito valenciano, aunque sea con peores médicos, pero que hablen valenciano. Inaudito.