Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Arturo Ruiz

Opinión

Arturo Ruiz

Protégenos

Estas mujeres y hombres, policías locales, se dedican a patear los barrios para auxiliar vecinos, tragar todo el humo de las intersecciones urbanas para regular el tráfico, acudir a casos de violencia de género donde la rapidez salva vidas y salvar más vidas cuando se multiplican en nuestros pueblos catástrofes en forma de inundaciones o incendios. Por eso resulta tan impactante que un agente de Dénia, Eugenio Crespo, arremetiera contra la orientación sexual de su jefe, el concejal de Seguridad Ciudadana de ese municipio, Javier Scotto, portando al pleno una camiseta con el lema «maricona». Crespo está además imputado por un delito de odio y desde 2016 ha iniciado una cruzada contra Scotto, al que le afea que cometiera la terrible monstruosidad de pintar de arco iris un céntrico paso de cebra de Dénia durante el Día del Orgullo. Crespo no entiende dos cosas: que si lleva arma y uniforme es para proteger a todos sus conciudadanos, para protegernos a todos, independientemente de nuestra nacionalidad, raza, ideología política u orientación sexual, no para amenazarnos como si fuera un matón valiéndose de su teórica posición de fuerza. Y dos, que a Scotto se le puede alabar o criticar por su gestión política, no por su vida privada, que no le importa a nadie un carajo. Comportamientos como los de este señor son por fortuna aislados (y para nada empañan la profesionalidad de la policía de esa ciudad, que lleva años partiéndose la cara por su gente) pero no únicos: Crespo pertenece a un residuo de la sociedad que todavía practica suertes de machismo o racismo jaleadas por unos cuantos imbéciles con el anonimato cobarde de las redes sociales. Si en su día Scotto pintó de arco iris un paso de cebra era precisamente para visualizar que en pleno siglo XXI aún hay personas perseguidas por su opción sexual. No anduvo errado.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats