La actual situación con respecto a Cataluña sigue siendo crítica, en buena medida por el empeño de Puigdemont en ser investido como sea presidente de la Generalitat, siquiera por vía telemática. Esta pretensión parece, a mi modo de ver, un claro choteo de las instituciones, lo que no es de extrañar dado que los independentistas quieren salirse de nuestro marco legal. Puigdemont y los suyos están demostrando ser muy espabilados y tener además gran capacidad de adaptación al medio. Pese a todo, en ocasiones este señor se lleva algunos revolcones, como el que le dio el otro día una profesora universitaria danesa, cuando lo dejó en evidencia ante las cámaras y los asistentes a una conferencia. La profesora Wind le preguntó si democracia es sólo hacer referendos y encuestas de opinión, o también respetar la legalidad y la Constitución, dejando con esta pregunta y otras por el estilo al susodicho Puigdemont en ridículo, como han manifestado medios de comunicación de todo signo. Lo bueno es que ya la imagen exterior del separatismo catalán y de Puigdemont en particular se está resquebrajando, y los países de nuestro entorno parece que se hayan puesto también las pilas, como quedó de manifiesto en estos días en el Foro de Davos, celebrado en Suiza, con ese frente común de varios países a favor de la integridad de los territorios y el respeto a las cartas magnas de cada país.

Ante esta situación, el Gobierno está dando erráticos pasos en falso, como el de estos días, al haber anunciado la impugnación de la candidatura de Puigdemont ante el TC, haciendo caso omiso del preceptivo informe emitido por el Consejo de Estado, contrario a dicho recurso. El PP anda medio grogui tras las últimas del culebrón de la Gürtel. Correa en persona inició lo que ha sido un auténtico cante con efecto dominó, al que siguieron Álvaro Pérez, Crespo y después el exvicepresidente de la Generalitat Valenciana, Ricardo Costa. Con su clásico acento de «te lo juro por Snoopy», Costa declaró con aparente cachaza ante la Audiencia Nacional que el PP de la Comunidad Valenciana se financió ilegalmente para costear sus campañas electorales. Costa apuntó directamente a Camps, el expresidente, como la persona de quien dependían estas cuestiones. Y, aunque Camps salió rápidamente a negarlo todo, ha quedado bastante desacreditado. Y el PP en tela de juicio. No me extraña que Rajoy quiera hacer de menos a Ciudadanos, porque por mucho que se vuelva a presentar el actual presidente a la reelección a lo Cid Campeador, Rivera le puede mover la silla.