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José María Asencio

Vuelva usted mañana

José María Asencio Mellado

Ley de equiparación de perros y personas

A veces la pinza se va y se tuerce la palabra al confundir las uvas con las témporas. Tanta necesidad de amor por todo lo que se menea, lleva a perder el orate, a caer en las garras del desvarío. Don Quijote debería servir como ejemplo, aplicándonos más a los Sanchos, que son mayoría en una sociedad que, no obstante, vota a aquellos porque no hay otros y, cuando los hay, duran en el cargo menos que lo tarda en decirse amén.

No voy a hablar hoy de Puigdemont. Mejor dejar este espectáculo a la espera de su próxima escena, pronta y seguramente tan cómica como las anteriores.

No, lo de esta semana tiene más morbo y hace dudar del progreso de nuestra especie. Me quiero referir a una diputada de Cs, Melisa Rodríguez, que se ha venido arriba a la vista del ascenso de su partido en las encuestas, viendo llegada la hora de mostrar sus inclinaciones más íntimas. Inclinaciones que considera el summum de la genialidad, pero que revelan un grado de confusión mental que harían bien en su partido en plantearse volver a colocarla en unas listas. Y ahora, sin excusa, alguien debería aclarar que la diputada sufrió un arrebato, un desenfreno verbal fruto de una mala dicción, que no quiso decir lo que dijo y que se arrepiente y guarda cama a la par que se dopa con antidepresivos o tranquilizantes. Seguro que fue el estrés del congreso, que a cualquiera perturba con tanto esperpento o, acaso ver la gloria al alcance de la mano.

Preguntada por la igualdad, manifestó que ella, en eso, más que nadie y que reivindica la igualdad no sólo de hombres y mujeres, sino también de los seres, incluyendo entre estos últimos a los perros, afirmando que no parará hasta conseguir que los canes tengan la consideración de personas reconocida en la ley. Ahí queda eso.

Todos personas, al mismo nivel y rango. Con derecho a la vida, vale, a la integridad física, vale. Pero, si son personas, habrá que reconocerles derecho a la educación, al menos la básica y por supuesto bilingüe, vacaciones pagadas, seguridad social, pensiones y, claro está, al voto. Ahí está el meollo del asunto.

Mucho me temo, ante un deseo tan magnánimo a la par que desnortado, que esta señora no ha caído en lo que ha dicho y que, en el fondo, como política, ha puesto en el centro de su reivindicación el cálculo electoral. No sé cuántos perros hay en España y cuántos votarían a Cs, pero seguro que ella ha computado los beneficios de esa extensión de derechos. Seguro que otros partidos estarán haciendo sus cálculos y valorando si meter en la misma ley de igualdad perruno-humana a otros animales más próximos a su mensaje. Digo yo, que los animales, ya constituidos en personas, tendrán sus preferencias según la especie, sus propiedades y necesidades. Ya sabemos, porque lo ha dicho con sorna Felipe González, que un elefante podría ser presidente de la Generalitat porque el reglamento de su Parlamento no lo prohíbe, de modo que si en Cataluña toman como norma admitir lo no prohibido como permitido, fuera de lo normal y legalmente entendido por esta máxima, no sólo los elefantes podrán ser presidentes, sino todos los animales votar en las elecciones al mismo nivel que los humanos.

Yo, que soy un «animal» de la Transición, vivo cada vez más sin vivir en mí. Seguramente es que estoy envejeciendo y que la razón que antes me asistía se ha perdido irremisiblemente en este mundo que no entiendo. Cuando era niño me encantaban los animales que hablaban y regían ciudades y pueblos. Pero, cuando se acababa la película, nunca pensé que un perro, gato o rana, fueran a convertirse en alcaldes o concejales. Éramos fruto de la educación franquista, ya lo sé y eso marca; igual que la Constitución, que acabó de rematarnos. Menos mal que en estos momentos de mi vida voy a poder ver hechas realidades las fábulas que aprendí y los Dumbos y Bambis compartiendo aulas con mis alumnos. Veo difícil el examen oral, pues no estoy preparado para comprender lenguas tan complejas como el «guau», el «miau y sus intrincados significados y matices. Pero, seguro que la ANECA, academia que todo lo alcanza, nos impondrá esos requisitos para lograr la excelencia académica. No lo dudo si la diputada logra que su proposición de ley de igualdad llegue a buen puerto. Y no crean que no se votaría. Si echan un vistazo a la página del Congreso de los Diputados y leen las proposiciones de ley que han presentado los diversos grupos que integran tan magna institución, perderán la poca esperanza que puedan tener en que no se apruebe esta locura.

En fin. Ánimo y a seguir proponiendo reformas legales que lleven la igualdad a todo bicho viviente. La equiparación entre seres vivos y personas, sin embargo, no está completa, por lo que propongo al partido que tenga más arrojo, que se amplíe el catálogo a las verduras y frutas. No se puede discriminar a los vegetarianos y el voto de una lechuga siempre será en verde. Más progre, imposible.

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