Preservar y difundir la danza española y el flamenco son los objetivos primordiales del premiado, dentro y fuera, Ballet Nacional de España, dirigido por el prestigioso bailarín y coreógrafo Antonio Najarro, quien lleva al frente desde septiembre de 2011 con un gran éxito. Tradición e innovaciones se unen en los proyectos coreográficos con sus diferentes estéticas dancísticas que atrapan a toda clase de público, como se puede comprobar. Los aficionados llenaron el Principal de Alicante para saborear una variada muestra de la labor de este amplio elenco, y todos quedaron felices al concluir el espectáculo. Farruca está coreografiada por Juan Quintero y lleva los toques desafiantes de Eduardo Martínez, José Manuel Benítez y Antonio Jiménez, los tres bailarines que la interpretan con sus torsos erguidos y la solidez en los pasos. Los palmoteos, braceos, taconeos o giros, coordinados perfectamente, nutren el número, y las posiciones dejan palpables la técnica y el vigor de cada uno. La «Soleá del mantón» está bailada por Esther Jurado, según la coreografía de Blanca del Rey, con esa prenda de la cultura flamenca, el tono melancólico del cante y el baile airoso. La bailarina agita de diversa forma el mantón, zapatea y se relaciona con él hábilmente. Después, «Bolero», la universal partitura de Maurice Ravel, compuesta para ballet de carácter español, que ha tenido innumerables y muy variadas versiones de danza con las obsesivas notas melódicas y sensuales. Sergio Bernal es un extraordinario bailarín que realiza bellas posturas plásticas, entre luces y sombras, con la fusión del estilo clásico, español y contemporáneo. Una compleja y laboriosa tarea coreográfica de Rafael Aguilar, y todo un conjunto en plena sintonía, sentado o de pie. La percusión del zapateo, abanicos y variaciones dancísticas embrujan. Finalmente, «Suite Sevilla, una serie de piezas, con la idea, coreografías y puesta en escena de Najarro, que arranca con el telón ligeramente subido para mostrar brazos y castañuelas. Caben la gracia, la soltura, peinetas y mantillas, el luto o la pureza del blanco. Sobresalen el toro y el torero, Aloña Alonso y José Manuel Benítez, en un creativo acto de amor. Y el júbilo final.
