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Lorena Gil López

A contracorriente

L. Gil López

El perdón no basta

Pedir perdón cuesta, y cuenta, según la edad y los actos que hayas cometido. Mi hijo de 3 años me pisó ayer y me soltó: «Perdón, mami, ha sido sin querer»

Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir». Todos recordamos estas frases del entonces Rey Juan Carlos cuando, en un gesto sin precedentes, pidió disculpas tras cinco días ingresado en un hospital por una fractura de cadera que sufrió mientras estaba de caza en Botsuana.

Pedir perdón cuesta, y cuenta, según la edad y los actos que hayas cometido. Mi hijo de 3 años me pisó ayer y me soltó: «Perdón, mami, ha sido sin querer». Mi hija de 5 me dijo que le arreglase un circuito de coches que había roto: «Lo siento, mamá, he sido yo, pero sin darme cuenta».

Yo antes no pedía perdón, lo he hecho muchas menos veces de las que debería; no sé si es por ello que ahora no me cuesta: a mis hijos («siento haberos gritado») o en el trabajo («lo siento, ha sido fallo mío»).

Pero claro, una cosa son estas anécdotas y otra lo que dice el número 3 del PP en la Comunidad Valenciana, José Juan Zaplana, quien sostuvo en una entrevista a este diario que si hubiera una condena por la financiación ilegal del PP, «pediremos perdón, pero no pasará nada, no somos los primeros condenados». Hombre, me da a mí que después de que Correa, Crespo y El Bigotes tiren de la manta en el juicio y reconozcan que «hubo pagos en B de forma reiterada» y que «se cobró en efectivo una parte en dinero que no se declaró», tendrán que ir un poco más allá.

Y sí, ahora escucharemos a los dirigentes del PP valenciano salir a la palestra, algunos ofendidos, otros sorprendidos, a soltar que es una vergüenza, que es cosa del pasado o que mienten como bellacos para lograr una reducción de la pena. Pero para los ciudadanos, para los que sufrimos las consecuencias de las malas artes de los políticos, para los hastiados de tanto daño, el perdón ya no es suficiente.

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