Ben Stiller es un actor y director de cine neoyorquino, del que recuerdo divertidas películas como Zoolander o Los padres de ella y, como uno de mis filmes favoritos, la comedia romántica de los hermanos Farrelly, titulada Algo pasa con Mary, en la que interpreta a un joven torpe, perdedor y patético, enamorado de una joven -Cameron Díaz- que era el sueño de todos los chicos del instituto, y con la que finalmente consigue tener una cita en la fiesta de graduación, aunque un imprevisto accidente con la cremallera de su pantalón arruina inicialmente sus ilusionados planes.

Y estrena ahora el actor neoyorquino la película de cine independiente titulada Qué fue de Brad, en la que da vida a un hombre de mediana edad y padre de familia, con un trabajo y una vida normal, pero que permanece obsesionado con el éxito alcanzado por sus compañeros de estudio en la juventud, lo cual le lleva a sentirse un fracasado y ello se acentuará cuando se reencuentre con varios de ellos en un viaje que hace acompañando a su hijo, que ya se ha hecho mayor, y tiene que elegir universidad. Señaló Ben Stiller en una entrevista -a propósito de esta película- que le pareció interesante explorar la tendencia tan frecuente que tenemos a compararnos con los demás, y casi siempre por abajo, lo cual nos sienta bastante mal. Planteando también la película, las cuestiones referentes a qué se entiende por tener una vida feliz o en qué consiste el éxito.

Hace una interesante reflexión sobre la llamada crisis de los cuarenta o de los cincuenta, que puede llevar a la persona a pensar que lo mejor de su existencia ya ha pasado, y que ahora le queda resignarse a simplemente observar el paso del tiempo, comparándose con los más jóvenes o con ellos mismos en un tiempo pasado, que pudiera antojarse que siempre fue mejor.

Pero lo cierto es que no son buenas las comparaciones pues dañan nuestra seguridad y amor propio, ya que todos somos seres únicos e irrepetibles, como también resulta especial y completo cada momento que vivimos.

Y tampoco es bueno que sea alguien ajeno quien realice esas comparaciones, que siempre son injustas, ya que lo importante es la aceptación, y saber que todos tenemos puntos débiles, pero también aspectos fuertes, y que cada cual es como es, siendo lo esencial la capacidad de explorar y explotar los aspectos positivos de cada uno.

Pero como de todo podemos sacar utilidad, también de la comparación, si tomamos un buen modelo de referencia y nos esforzamos por mejorar en dicho sentido, la cual es una estupenda estrategia para avanzar en el crecimiento personal.

De modo que los triunfos de los demás no representan nuestro fracaso, sino únicamente la posibilidad de conocer aspectos de nosotros mismos que podríamos potenciar o mejorar, por lo que hagamos que dicha comparación sea beneficiosa y constructiva.

Y acordándome de algunas películas anteriores de Ben Stiller, y confiando también en su crecimiento personal y afán de superación, me planteo ir a ver esta última, y compartir ese viaje emotivo, pero imagino que inevitablemente sorpresivo y cómico, de padre e hijo por las facultades de Boston, en el que sus antiguos compañeros y ellos mismos, supongo, responderán a la inquietante pregunta de ¿qué fue de Brad?...