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Desde mi terraza

Luis De Castro

Patrimonio e identidad

La noticia de que el Ayuntamiento tira definitivamente la toalla en lo referente a la compra del cine Ideal (o lo que queda de él), me produce desazón e impotencia. Y aunque nuestra primera institución local esté en clara bancarrota, creo que no se ha reflexionado lo suficiente ni se ha tenido la ambición cultural necesaria para encontrar una fórmula que evite la demolición de este emblemático local que, si algo o alguien no lo remedia, dará paso a magníficas viviendas para privilegiados. Y con la demolición perderemos una vez más parte de nuestra identidad. Como se sabe, el cine Ideal data de los años 20 del pasado siglo (se proyectó en 1924), y forma parte de un rincón ciudadano que, milagrosamente, mantiene cierta unidad y armonía estética: presidido por la imponente presencia del Teatro Principal, la zona mantiene como dependencia municipal la antigua Casa de Socorro, está rodeado de edificios de cierta importancia arquitectónica y, entre ellos, la antigua sede de Telefónica que ya anuncia su conversión en viviendas. Desconozco si tanto la antigua Telefónica como el Ideal son edificios protegidos, lo que conllevaría la obligatoriedad de mantener sus fachadas tal y como se diseñaron; y esta condición serviría al menos para que el conjunto de la zona mantuviera su estilo y personalidad en esta ciudad tan castigada arquitectónicamente hablando. Lo «ideal», y valga aquí la redundancia, sería que el Ideal se convirtiera en un centro cultural o artístico que, junto al Principal, convertiría la zona en un punto de referencia, y más ahora que se pretende peatonalizar toda la Avenida de la Constitución; pero como mal menor sería deseable el mantenimiento exterior del edificio con ese estilo que está a medio camino entre el modernismo y el decó, sea cual fuere la utilidad que se le diera. El lector de cierta edad recordará la impotencia con que presenciamos desastres como la inverosímil división de un edificio tan emblemático como la conocida como Casa Alberola, en plena Explanada, construyendo un edificio de nueva planta justo en medio de la construcción original, y que hoy es considerado como la mayor aberración urbanística sufrida en el último siglo; o la construcción del hotel Gran Sol, el edificio de la CAM o el hotel Riscal, por citar los ejemplos más destacados. Pero los ciudadanos del Alicante de hoy nos negamos a mantener la pasividad que protagonizaron quienes nos precedieron, y por fortuna hay voces que se alzan contra todos esos desmanes, recordemos el movimiento conocido como «Salvem el Ideal» formado por unos cuantos ciudadanos muy concienciados, y capitaneados por el cinéfilo y combativo Paco Huesca; pero parece que su idea de crear una gran comunidad de propietarios formada por pequeños accionistas ha resultado una quimera. Me temo que sus esfuerzos y su concienciación van a quedar en un gasto de energías inútil; aun así, es nuestra responsabilidad defender nuestras raíces y luchas por mantener lo poco que nos queda de ellas, sin que suponga freno al progreso o a rechazar que Alicante forme parte de la vanguardia de la modernización. No me cansaré de protestar por la dejadez municipalen lo referente a la limpieza, a la escasez de papeleras, a la falta de puntos de reciclaje de pilas y baterías, de contenedores de aceite usado; o a que en el conocido como Portón, justo en la Plaza San Cristóbal, en pleno centro histórico, hace tres años que se cubrieran los restos arqueológicos árabes que aparecieron en la remodelación de la zona, con una lona blanca que hoy es un trapo hecho jirones. Incomprensible todo. «Los sitios culturales y naturales forman el entorno del que los seres humanos dependen psicológica, religiosa, educacional y económicamente. Su destrucción, e incluso su deterioro, será perjudicial para la supervivencia de nuestra identidad, nuestro país y nuestro planeta. Tenemos la responsabilidad de preservar estos sitios para las futuras generaciones». (Compromiso con el Patrimonio Mundial. Foro Juvenil del Patrimonio Mundial. Bergen, Noruega).

La Perla. «No quiero mi casa amurallada por todos lados ni mis ventanas selladas. Yo quiero que las culturas de todo el mundo soplen sobre mi casa libremente, pero me niego a ser barrido por ninguna de ellas». (Mahatma Gandhi)

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