Tic-Tac
Teatro Principal de Alicante
3 estrellas
Compañía: Teatre del Poble Valencià
Dirección: Carles Arbeloa
Cuando un espectáculo es producido por instituciones públicas y tiene que suspender una función de las dos previstas por falta de espectadores, hay un problema. Un desajuste que convendría resolver de alguna forma. Aun así, en la tarde del domingo no se llenó el aforo del Principal de Alicante con esta comedia musical en valenciano, Tic-Tac, que se refiere al sonido de un reloj con su paso del tiempo. Pero también laten más ingredientes, como la necesidad de la ficción en la vida, ese vehículo de escape o modo de transformar y enriquecer la realidad y el mundo interior de las personas a través del arte, sea pintura, literatura, música, cine o teatro. A estas cuestiones, los tres mosqueteros de la autoría, Carles Alberola, Pasqual Alapont y Rodolf Sirera, les añaden otro elemento que también nos resulta familiar.
La redención entre un padre, un hijo y otros personajes con tonos melodramáticos y una guinda almibarada y sentimental que pone en pie al respetable. La realización audiovisual contribuye mucho a ello. Los intérpretes saltan desde el escenario a la proyección y viceversa en una historia donde un director pretende organizar el mismo montaje que generó problemas y rupturas hace unos años. Sale a la luz el mito griego del escultor enamorado de su estatua, ya que se quiere montar una versión libre y musical de Pigmalión, aunque no se menciona My fair lady, que los aficionados conocen. Los números musicales transitan, y un cuadro puede tener movimiento. El amplio conjunto canta las melodías y baila en la producción de Teatre del Poble Valencià interpretada por Josep Zapater, Noelia Pérez, Ramón Rodenas, Noemi Lira o el veterano Alberola, quien ha dirigido la diversidad escénica. Los dos primeros son creadores de los temas musicales coreografiados por Cristina Fernández con sabor a Broadway, y el teatro dentro del teatro hace de las suyas. Todo el elenco defiende con pasión y capacidad sus papeles. El ritmo teatral no siempre es el más idóneo, y algunos pasajes, con sus altibajos, se dilatan. En resumen, Tic-Tac palpita y seduce al público.
