El último Concierto de Año Nuevo fue el primero que no pudo escuchar el gran Georges Prêtre, director de orquesta y de conciertos memorables como el de Viena de 2010 cuando, con 85 añitos de nada, dirigió un Año Nuevo memorable, con su Marcha Radetzky inmejorable. Disfrútenlo en YouTube.

Solemos despreciar con ligereza la experiencia y el conocimiento de la gente mayor. El Papa Agatón, en el siglo VII, fue elegido con 100 años e hizo cosas importantes para la Iglesia. Churchill, Montanelli, Ogilvy, Saramago, Edison alcanzaron su cénit en edad avanzada y su experiencia fue su principal valor. «Mucho todavía que aprender tenemos», dice el anciano Yoda. Verdad es.

Pero hay generalidades que despreciamos pese a que padres y abuelos los que las transmiten: consejos sabios y gratis como «piensa en ti», «que no te importe lo que diga la gente», «nadie está en posesión de la verdad absoluta», «cuando seas (padre/abuelo/trabajador) lo entenderás». Y esas cosas que de jóvenes pasan de oreja a oreja, por dentro, sin depositarse en la meninge.

Mi padre me decía uno que es para compartir: «La vida siempre te presenta dos caminos y tú siempre sabes cuál es el adecuado, escogerlo o no es tu decisión». Es bueno.

A mis hijos les repito estos consejos de abuelo cebolleta intentando no olvidar lo que pensaba cuando yo tenía 16 años. Se intenta, pero no se consigue, y es que el mundo va tan deprisa que te conviertes en lo que ahora se conoce como ser un capitán obvius, es decir, en alguien que dice cosas que ya están meridianamente claras.

Qué bueno sería aprovechar la experiencia de los alicantinos de más de 70 años y escuchar sus opiniones y vivencias para mejorar nuestro entorno. Un consejo de sabios, de gent gran (qué buen nombre el del catalán para los mayores), un consejo para Ayuntamiento y Diputación que nos muestre cosas obvias pero que hemos olvidado o somos incapaces de hacer. Ellos nos pueden decir qué y cómo. No parece muy difícil ponerlo en marcha, en positivo, y sin duda gente de todos los pensamientos coincidirían en algo común y en puntos de encuentro, igual que aquellas tertulias radiofónicas de Santiago Carrillo, Portabella y Herrero de Miñón en La ventana, que demostraban cómo, tras mil desencuentros, todos coincidían en lo fundamental y en lo importante de verdad.

Lo cierto es que ni el mayor ejército puede vencer al inexorable paso del tiempo. Al menos, aprendamos de él.

Y para mis compañeros de quinta, les agrego esta buena cita de Victor Hugo: «Cuarenta es la vejez de la juventud, cincuenta es la juventud de la vejez».