Queda un ratito largo. Pero estoy preparado para soportarlo», aseguró Francisco Camps en la tribuna del parlamento a preguntas de Ángel Luna, entonces portavoz socialista, y de Enric Morera, hoy presidente de las Cortes y en aquel momento síndic de Compromís. Lo hizo el 12 de marzo de 2009, apenas un mes después de un registro en la conselleria de Turismo con el que el 6 de febrero había estallado la rama valenciana de Gürtel. «La verdad está más cerca que nunca. Quedan uno o dos escaloncitos y toda esta cuestión tan absurda y estrafalaria se habrá convertido en pasado», lanzó Camps el 7 de julio de 2009 durante un acto del PP ya imputado en la trama Gürtel por un sumario del que, posteriormente, se le consideraría no culpable y con el que su partido trató de restar toda importancia a esta inmensa trama de corrupción. «Son sólo cuatro trajes...», repetían en las filas del PP. Casi nueve años después, efectivamente, de un «ratito largo» y en vísperas de que el lunes arranque el juicio por la financiación ilegal del PP de la Comunidad Valenciana a través de la red que encabezaban Francisco Correa y « El Bigotes», empezamos a cuadrar la verdad de todo aquel asunto que Francisco Camps, gozando aún hoy de un salario y de privilegios pagados con dinero público como miembro del Consell Jurídic, intentaba rebajar a una cuestión menor. Y la verdad es que ese asunto «absurdo y estrafalario» certifica, como confesaron en su día empresarios como Enrique Ortiz y ahora el cabecilla de la trama, que el PP ganó las elecciones autonómicas del año 2007 -comicios que convirtieron a Camps en el presidente de la Generalitat más votado de la historia- y las generales de 2008 en la Comunidad «dopado» con una financiación ilegal que se nutría de aportaciones empresariales con «facturas ficticias» pagadas con «dinero negro». ¿No eran sólo cuatro trajes...? Queda claro que no. Eran muchos más.
