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Fútbol normal y fútbol revolucionario

El fútbol no es una ciencia, a pesar de que las matemáticas son el gran argumento de los futboleros y de los futbolistas cuando las cosas van tan bien o tan mal que no hay otro remedio que agarrarse a la matemática para no admitir que una Liga está ganada o está perdida, por mucho que los números digan que hay que esperar hasta que esté ganada del todo o perdida del todo. Pero la matemática es una ciencia muy rara. Lo importante es que el fútbol no tiene nada que ver con la ciencia y, sin embargo, se comporta como una ciencia hasta el punto de que podemos aplicar al fútbol dos de los enfoques clásicos acerca de la naturaleza de las teorías científicas: el de Thomas S. Kuhn y el de Karl Popper. Según Kuhn, lo característico de la ciencia "normal" es la investigación cotidiana realizada bajo un paradigma que no se cuestiona y que puede durar dé- cadas o incluso siglos, pero sucede que de vez en cuando se produce una "revolución cientí- fica" que implica un cambio de paradigma que puede llegar a ser doloroso. Esta "revolución científica" es producto de una situación desesperada en la que hay problemas que no pueden ser resueltos por el anterior paradigma, y el tránsito de un paradigma a otro supone una ruptura radical (Galileo, Darwin) de modo que se proponen nuevos principios incompatibles con los anteriores. Popper, a diferencia de Kuhn, sostiene que la verdadera ciencia es la ciencia revolucionaria, no la ciencia normal, así que el científico no es el que trabaja dentro de una ciencia normal (que está dominada por el dogmatismo de un determinado paradigma), sino el que se empeña en echar abajo, mediante la falsación, una teoría previamente establecida. Como dice muy bien Ulises Moulines, para Popper la ciencia normal no es una "buena" ciencia porque Popper propone una visión "trotskista" de la ciencia en la que aboga por una "revolución permanente" en la investigación científica. Todo esto es puro fútbol. Los equipos, sobre todo los grandes equipos, suelen trabajar bajo un paradigma que puede durar años o décadas (hablar de siglos en fútbol es prematuro). El Manchester United de Ferguson, por ejemplo, o el Arsenal de Wenger, el Atlético de Madrid de Simeone, el Milan de Sacchi y, por supuesto, el Barça que parió Cruyff. Todos esos equipos jugaron o juegan según un paradigma que permite a los futboleros reconocer perfectamente a un Arsenal o a un Barça más allá del color de las camisetas. En periodos de ciencia "normal", se trabaja dentro de unos principios inamovibles e innegociables: el toque y el horror al patadón en el Barça, por ejemplo, o el orden y la disciplina táctica en el Atlético de Madrid, o la concentración defensiva de aquel Milan. Pero ocurre que, de vez en cuando, se produce una revolución científica que implica un cambio de paradigma futbolístico. Ese cambio de paradigma se ve impulsado por una crisis de resultados a los que el paradigma anterior no encuentra respuesta, de forma que no hay otro remedio que hacer una revolución que puede ser muy dolorosa. Fue el caso de la revolución que introdujo Mourinho en el Real Madrid, y que convirtió al equipo blanco en un equipo protestón, áspero y poco amigo del balón. A diferencia de la ciencia, las revoluciones futbolísticas pueden fracasar (el revolucionario Madrid de Mourinho fue un fracaso de proporciones homéricas), pero el cambio de paradigma es siempre el último recurso porque no hay nada que guste más a los futboleros que reconocer a su equipo en un estilo, una forma de jugar, de ganar e incluso, como en el caso del Atlético de Madrid, de perder. El Atlético puede perder, pero siempre dentro del paradigma. El caso es que, según Kuhn, el auténtico fútbol se haría dentro de la ciencia "normal" (los ajustes que hace Valverde en el paradigmático Barça de Guardiola y, antes, de Cruyff, por ejemplo), mientras que Popper defendería que un equipo debe estar en revolución permanente y falsar en cada partido las hipótesis de su juego (algo parecido a lo que está intentando el Real Madrid en estas últimas temporadas, más allá de la mercadotecnia de la BBC). Los fichajes del Barça de Valverde, y el interés por Coutinho, son ejemplos de ciencia "normal", mientras que el fichaje de Mourinho por el Manchester United es un revolucionario cambio de paradigma que hace daño a los ojos de Old Trafford pero que sólo sabremos si tiene éxito cuando termine la temporada. El Valencia de Marcelino es un Valencia revolucionario que ha cambiado de paradigma. El Athletic Club es un ejemplo de ciencia "normal" que traspasa las temporadas. El Sevilla puede que entre dentro de poco en periodo revolucionario. Y el Leganés, el Girona y el Éibar, bueno, hacen lo que pueden y pasan de la filosofía de la ciencia. Normal, claro. Y revolucionario.

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