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Una región llamada Región

En los veinticinco años de la muerte de Juan Benet

1.- El martes 5 de enero de 1993, me telefoneó temprano Blanca Andreu. Juan Benet acababa de morir. Contaba 65 años. Había ejercido como brillante y reputado Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. Levantó, entre otras, la presa del Porma, en cuyos parajes situó su espacio narrativo "Región". Solía decir que solo "en ratos libres" escribía: dejó medio centenar de libros. Novelas, relatos, ensayos, prólogos, conferencias, artículos, teatro e incluso poemas.

2.- Recuerda Marías: "Hace tan solo unos días, ya muy enfermo, me cuentan que tuvo un momento en que se quedó sonriendo largo rato, y quien estaba con él le preguntó: ´¿En qué pensabas?´. ´En nada´, dijo él. Y al insistir esa persona cercana y decirle: ´¿Cómo que en nada? Si has estado varios minutos embelesado´, él contestó con pudor: ´Bueno, estaba viendo un río´ ".

3.- Pepín Bello, quien murió a los 103 años y conoció a todo el mundo en las artes y letras, nunca dudó al señalar a Benet como el mayor genio que había tratado.

4.- De los últimos cuatro "grandes" de la novela española del XX (Torrente Ballester, Delibes, Cela y Benet), solo el "Nobel" concita tantos odios rotundos. Pesadísimo, ilegible, cabecilla del "sindicato del plomo"€ Pero nunca alcanzó Cela la admiración cerrada que hoy siguen profesando a Benet, por ejemplo, un Eduardo Mendoza o un Javier Marías.

5.- Sí, lo escribió en marzo de 1976: "Yo creo firmemente que mientras existan gentes como Alexandr Solzhenitsyn perdurarán y deben perdurar los campos de concentración. Tal vez deberían estar un poco mejor custodiados a fin de que personas como Alexandr Solzhenitsyn, en tanto no adquieran un poco de educación, no puedan salir a la calle".

6.- Protagonizó mil anécdotas. Una de ellas en mi coche (un "Seat Ritmo" rojo), en la gasolinera de La Tenderina, en Oviedo, camino del aeropuerto de Asturias. Mientras yo repostaba, Benet abrió la ventanilla y arrojó contra uno de los surtidores un ejemplar del Miau de Galdós, lectura obligatoria para mis alumnos aquel año: "¡Fuera basura!". No me habló en el resto del viaje. Su tan citado apotegma en favor del "grand style" y contra la literatura costumbrista ("Cambio todo Galdós por una página de Stevenson") no lo dijo entonces. El caso es que conté el sucedido en varios foros. Ante mi estupefacción, más de una docena de notables se arrogaron haber coprotagonizado el mismo. No, aquel coche no era el camarote de los Marx. Solo íbamos Benet y un servidor. Da igual, pero fue así.

7.- Tengo delante el "Recibí" de la "multa impuesta por infracción Ley de Orden Público" a "Don Juan Benet Goitia", en 1966. Tres mil pesetas. "Por asistir a una Asamblea estudiantil denominada ´1ª Jornada contra la represión´, no permitida por las autoridades competentes (€), siendo ajeno a la Universidad, reafirmó con su presencia su adhesión y apoyo a actividades contrarias al orden establecido; asimismo, se le identifica como participante en diversas actividades ilegales subversivas". No faltó su firma de protesta contra las purgas franquistas a catedráticos. Cuando trabajaba en la carretera de Pajares, organizó una espectacular voladura controlada con motivo de la visita a las obras de ciertos mandamases. Controló la voladura, digo, para que les cayese encima a los próceres una lluvia de detritus. Fue llevado, "en conducción ordinaria" al cuartelillo de Puente de los Fierros, donde pernoctó varias noches.

8.- Sí, apoyó la entrada de España en la OTAN, en 1986. Me comentó: "A veces, basta ver quién está en contra para pronunciarse a favor".

9.- Muchos hay que presumen de haber abandonado el Ulises de Joyce. Si formásemos un club quienes terminamos Saúl ante Samuel, cabríamos en un taxi.

10.- También pintaba: collages, acuarelas, óleo. Batallas navales. Ante una de ellas, le pregunté qué eran unos manchurrones negros, unos puntos fuliginosos en primer plano que tanto afeaban el conjunto: "Serás bajuno€ ¿No ves que son náufragos, ignaro?". Así hablaba.

11.- Sí, era altivo, disfrutaba siendo impertinente, respondón, demoledor, ay de quien cayese en su desgracia. E ingenuo como él solo.

12.- Realizó el paseíllo en Calanda, formando parte de la cuadrilla de Rafael Ortega. Nunca más.

13.- Durante un viaje en su "Daimler", fui testigo de cómo Blanca Andreu le plantaba un par de sonoros cachetes, escandalizada por las jotas aragonesas obscenas que no cesaba de cantar Benet kilómetro tras kilómetro.

14.- Le pedí que presentara mis Crónicas de El Bierzo: "¿Quieres una loa o vender la edición?" Me incliné por lo segundo. Montó su número y agotamos la tirada en una semana.

15.- No mostraba interés en ganar lectores. "No lo leas, es un ladrillo", me recomendaba ante cada libro nuevo suyo.

16.- Se sulfuraba: "¡Entretenida, una obra entretenida! ¿A qué llamas "entretenida"? ¡Yo me entretengo con las Oraciones fúnebres de Bossuet!"

Benet aunó en su escritura altura de dicción y pensamiento. Tras su muerte cundió la sensación de orfandad intelectual entre quienes lo frecuentábamos.

17.- Para iniciarse en su lectura: El aire de un crimen, Una tumba, las 13 fá- bulas y media y Otoño en Madrid hacia 1950. Y un artículo perfecto: "Un vuelo".

18.- Su cultura acobardaba. Le hubiese gustado escribir La caída de Constantinopla de Runciman o La rama dorada. Sobre todos, Faulkner.

19.- En 1980, le "encargaron" (con perdón) que se presentara al "Premio Planeta" para ganarlo. El jurado debió de armarse un inaudito lío, pues venció Volavérunt y Benet quedó segundo.

20.- Nadie lee hoy a Benet, me dicen. Las tesis, conferencias y docenas de artículos que aparecen cada poco (en el extranjero, sobre todo) lo desmiente. Nadie lee hoy literatura, corrijo exagerando.

21.- Un censor despreció con asco uno de sus relatos, "Una línea incompleta". Y añadió que contenía "unas páginas en idioma inglés que sabe Dios lo que dirán".

22.- Leí mi tesis doctoral sobre Benet, escribí un libro que repasaba su vida y obra casi para vengarlo del silencio, epilogué los dos volúmenes de sus Cuentos completos, preparé la edición de Herrumbrosas lanzas en un tomo (dicen las malas lenguas que algo mío hay en el texto), me consultan los seres más extravagantes que se adentran en su obra y llevo con franciscana paciencia el eterno alias de "Tesinando" con que me bautizó en su casa de Pisuerga 7, en 1974. Lo tengo por el escritor que mejor aunó altura de dicción y de pensamiento en la segunda mitad del XX en España.

23.- El capítulo 18 de En el estado se titula "Fármaco con olor a vid". Alteren el orden de esas 18 letras y obtendrán "Cómo olvidar a Franco".

24.- Lo aplicó Félix de Azúa a Benet, hablando de maestros: "los de la categoría suprema te agarran del cuello, te arrastran ladera arriba pisando espinas y zarzales, si manifiestas fatiga o desesperación te ignoran, intentas descansar y te empujan a codazos, pero llegados al punto más alto de la montaña, con un solo gesto brusco muestran la ciudad extendida a tus pies desde la única y más rica perspectiva". Así, Benet.

25.- Tras su muerte, cundió la sensación de orfandad intelectual entre quienes lo frecuentábamos. Eduardo Chamorro escribió - para el número monográfico de "Ínsula" que García De la Concha y Álvarez Ude me encargaron coordinar- que ahora solo nos quedaba hacernos más gordos, más viejos, sin tener nadie con quien medirnos.

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