Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La mirada femenina

Estar en paz

La idea de nuestra propia muerte nos ronda por la cabeza a lo largo de la vida como una sombra. Sabemos que está ahí pero tratamos de restarle importancia. Es un pensamiento que marca nuestra forma de actuar. Tanto nos impulsa como nos inhibe. Cuántas veces hemos dejado de hacer cosas por miedo. Cuántas otras hemos hecho cosas creyendo que era el momento, la única oportunidad. No viviríamos igual si supiéramos que no moriremos.

Muchas personas explican que cuando enfermaron y supieron que su tiempo se acababa empezaron a disfrutar plenamente de su vida. Y a tener claras cuáles eran sus prioridades. Hasta entonces, aseguran, perdían el tiempo.

Cuando por fin llega el momento de morir parece ser que todo cobra un sentido último. Miramos atrás y hacemos balance de nuestra vida a la velocidad de la luz o del sonido, y lo más importante, creo, es si de verdad sentimos haber logrado estar en paz con nosotros mismos.

Madurar es aceptarse tal y como uno es. Estar en paz con el tiempo, con la vida, con los padres, con los hermanos, con los hijos, con los ex, con los amigos, estar en paz con los sueños incumplidos, estar en paz con lo que logramos, estar en paz con lo que dijimos y con lo que callamos, estar en paz con esa parte del destino que depende de nosotros directamente porque hay otra en la que no podemos intervenir puesto que ya nos viene dada. Estar en paz con la naturaleza, con los animales, con las plantas, con los bichos? Dejar en la tierra la mejor huella de la que seamos capaces para morir sabiendo que devolvimos una parte de lo que recibimos.

El día de Navidad, mientras unos estábamos a salvo y comíamos en familia, otros se jugaban la vida cruzando el Mediterráneo en pos de una vida digna.

Imagino el silencio estremecedor del miedo en mitad del océano, el frío y el salitre que cala en los huesos, el valor de quien se juega la vida y se arriesga a ser pasto de los peces por no ver a sus hijos morir lentamente de hambre en la guerra.

Entre los escombros de la que fuera su ciudad, en el oscuro desierto a merced de los mercenarios, en el mar embravecido donde no hay reflexión, ni filosofía que valga, sólo oscuridad, abandono, desesperación e impulso vital, acción en estado puro. La acción es mucho más potente que el pensamiento. Vivir o morir.

¿Cómo podremos nosotros morirnos tranquilos sin hacer nada por ellos?

No podremos.

Si no puedes ir físicamente a ayudar al menos plantéate colaborar con ellos desde casa.

www. proactivaopenarms.org

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats