Malos tiempos aquellos en los que personas sin recorrido, alegremente y de forma tan caprichosa como oportunista, se dedican a dañar el patrimonio colectivo que desde hace generaciones se mantiene gracias al esfuerzo y la ilusión de miles de personas. En esta ocasión, coincidiendo con las fiestas navideñas, le ha tocado a la Cabalgata de Alcoy, la más antigua de España, declarada en el año 2001 Fiesta de interés turístico nacional por el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio y en 2011 Bien de Interés Cultural (BIC) por la Generalitat Valenciana.

Esta conmemoración, documentada desde el año 1866, se ha mantenido con cuidado desde entonces gracias a la ilusión compartida por toda una población, junto a todo un conjunto de actos que recrean de una manera muy original la llegada de los Reyes Magos. La Cabalgata moviliza a más de 1.500 personas en su desarrollo, incluyendo a pastores, antorcheros, músicos, escoltas, servidores, junto a unos 400 pajes que, vestidos de forma llamativa, completamente de negro con los labios, el gorro y un fajín rojo, consiguen seducir la atención de grandes y niños, al avanzar por las calles trepando por escaleras que se van colocando para dejar dentro de las casas los juguetes a los niños. La originalidad, espectacularidad y sincronización de todo este espectáculo, junto a su plasticidad estética, hechizan a grandes y pequeños, que envueltos en una atmósfera mágica asisten emocionados al espectáculo, en una comunión que comparten todos los participantes.

Todos los que, en alguna ocasión, hemos contemplado la Cabalgata de Alcoy hemos sentido esa emoción colectiva que desprenden las actividades promovidas con amor por toda una población desde hace décadas, orgullosos de una tradición histórica que recrean con mimo en unas fechas tan señaladas. Hasta el punto de luchar para que la Unesco reconozca esta cabalgata como Patrimonio de la Humanidad. Pero nada de esto le ha parecido bien a la diputada de Podemos por Alicante, Rita Bosaho, quien llegó a acusar a esta celebración de, nada más y nada menos, promover el racismo, llegando incluso a poner un mensaje en su cuenta personal de Twitter (que después borró) en el que etiquetaba una foto de los pajes de esta cabalgata como de #RacismoInstitucional. A pesar de haber eliminado este disparatado mensaje, con posterioridad, la diputada por Alicante de Podemos hizo declaraciones sobre la polémica todavía más hirientes e insultantes, sin que en ningún momento llegara a pedir disculpas.

Según el «Glosario sobre Migración» de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), racismo es «una concepción ideológica que asigna a cierta raza o grupo étnico una posición de fuerza superior, en función de sus cualidades físicas o culturales, así como por dominio económico». A su vez, la Comisión Europea, en su «Glosario sobre Migración y Asilo», recoge que el racismo son «las ideas o teorías basadas en la superioridad de una raza o de un grupo de personas». Nadie en su sano juicio puede defender, con un mínimo de rigor, que el pueblo de Alcoy y su Ayuntamiento promuevan, ni por asomo, nada que tenga que ver con esto en su cabalgata. Sin embargo, por el capricho, la ignorancia y el oportunismo de una diputada que debería de trabajar a favor de quienes la han elegido, una tradición tan hermosa ha sido puesta en tela de juicio y sus promotores acusados alegremente de algo tan lamentable a nivel nacional.

No hay duda de que estas afirmaciones, realizadas con publicidad, suponen todo un insulto para el Ayuntamiento de Alcoy que promueve la celebración y para quienes organizan y participan de ella, que son tachados de racistas, curiosamente por una diputada por Alicante que lo hace amparándose en su condición racial. Y lo hace utilizando de manera insultante el concepto de racismo, cuyo significado debería conocer bien, echando por tierra una tradición centenaria de más de 150 años que únicamente trata de alimentar ilusión, alegría y magia, sin el menor atisbo de esos sentimientos de odio que defiende la irresponsable diputada de Podemos. Ya durante la campaña electoral, Rita Bosaho dio muestras de su lamentable preparación para ostentar el cargo público de diputada en el Congreso, algo que no ocultaban ni sus propios compañeros. Tras asumir su puesto de diputada en el Congreso, no se le conoce iniciativa relevante a favor de los inmigrantes o preocupación alguna por la provincia de Alicante, llegando incluso a no querer hacer declaraciones a la prensa cuando ha sido preguntada por asuntos tan importantes para la provincia como la tramitación de los presupuestos, como muy bien destacaba en las páginas de este periódico hace pocos días Pere Rostoll, jefe de la sección de Política. Y como dato elocuente, como diputada, Bosaho ha presentado en el Congreso más preguntas sobre Guinea Ecuatorial que sobre la provincia de Alicante a la que representa.

Más que nunca, necesitamos representantes públicos que no nos avergüencen, que sean capaces de trabajar para mejorar nuestras vidas, por engrandecer nuestra cultura, en lugar de generar divisiones y polémicas estériles. Así que, por favor, visiten la Cabalgata de Alcoy y compartan el orgullo de todo un pueblo que ha hecho de la Navidad un monumento a la ilusión participativa.