Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Fernando Ramón

Opinión

Fernando Ramón

Las otras víctimas

Cada vez que una mujer es asesinada a manos de su marido, exmarido, pareja, expareja, un sobrecogedor sentimiento de impotencia se instala en el seno de una sociedad incapaz de atajar esta execrable lacra que se ha apoderado de nosotros. Cada caso es un mundo en sí mismo, cada circunstancia supone un elemento diferenciador en unos crímenes que emanan de una inconcebible superioridad del hombre sobre la mujer en todas sus vertientes, pero que solo aportan el imperio del terror. Y dentro de ese elenco de situaciones sufridas a lo largo de todo el año, emergen otras víctimas, que en muchas ocasiones los medios de comunicación no visibilizamos lo suficiente. Son los huérfanos provocados por la tragedia. Los menores traumatizados por haber sido testigos directos de unos episodios de violencia que nunca olvidarán y que tras haberles quebrado sus vidas les marcarán para el resto de su existencia. Esos pequeños que tendrán que nadar contracorriente en una sociedad que ha sido incapaz de protegerles, una sociedad que no ha sido capaz de evitar un estallido de ira, espontáneo o planificado, que teñirá de dolor, de incomprensión y de impotencia sus días. Huérfanos que tendrán, además, que enfrentarse a la burocracia administrativa, luchar para poder conseguir una pensión con la que intentar poder labrarse un futuro nada esperanzador, o combatir todos los impedimentos que suelen surgir para ser adoptados por familiares próximos y no quedar bajo la tutela del correspondiente departamento de Bienestar Social. Las otras víctimas a las que, pese a su drama, sí se les puede y se les debe prestar apoyo y ayuda para que no queden huérfanos, también, del amparo necesario para intentar la titánica tarea de reconducir un proyecto vital truncado para siempre.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats