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Impresiones

Apuntes políticos

La matraca. Quién nos iba a decir que casi tres meses después del fallido y contrario a la ley referéndum del 1 de octubre ?según estableció el Tribunal Constitucional al declarar ilegal la Ley del Referéndum aprobada por la mayoría independentista del Parlament catalán? y tras haber celebrado unas nuevas elecciones autonómicas íbamos a estar como al principio. La debacle del Partido Popular catalán y el estancamiento socialista han impedido un gobierno constitucionalista. Volver otra vez al bucle victimista en el que pretende vivir el nacionalismo catalán resultaría tan cansino que corre el riesgo de ahogarse en su propio aburrimiento. Se ha vuelto a situar en el centro del debate público la Ley D'Hondt y la circunscripción electoral, causas de que en estas elecciones las zonas de menor población con voto de mayoría independentista se impongan en número de escaños a las zonas más pobladas con tendencia nacionalista o no, pero en ambos casos contrarios al rupturismo unilateral. Durante varias legislaturas la antigua Izquierda Unida avisó de lo que estaba pasando: no era normal que obteniendo bastantes más votos en toda España que CIU en Cataluña, no consiguieran ni la mitad de los diputados nacionales que los nacionalistas catalanes. El independentismo catalán se aprovecha de una Constitución y de un sistema electoral que pretenden dar voz a las minorías integrándolas en la toma de decisiones pero al mismo tiempo lo niegan y no admiten su vigencia. La jugada perfecta.

Annus horribilis. 2018 será el año en que comiencen a ser una realidad sentencias de procesos de muy largo recorrido. Lenta pero segura la justicia se acerca al corazón del Partido Popular. Gürtel y sus piezas separadas algún día tendrán que tener su final. Se condenará a antiguas piezas esenciales en el ajedrez de la financiación irregular del Partido Popular. Un ajedrez en el que las comisiones y los contratos amañados fueron la tónica habitual de la derecha española. No hablamos de personas concretas que se hayan aprovechado de lo público en beneficio propio; eso ha existido siempre y en todos los partidos. Desde el corazón de Génova, según afirma la policía judicial y la fiscalía, se ideó un sistema por el que empresarios beneficiados con adjudicaciones pasaban por caja, dirigida por Luis Bárcenas, para aportar una parte de los beneficios que obtenían del PP. Así de simple. Cuando terminen los procesos judiciales, después de mil y un recursos, se condene a docena y media de antiguos cargos del Partido Popular y el Tribunal Supremo termine de confirmar las sentencias, el que entonces sea presidente del Partido Popular saldrá a la escena pública para declarar que «aquello de lo que usted me habla ocurrió hace mucho tiempo, es cosa del pasado y por tanto ya no tiene importancia». Otra jugada perfecta.

Desigualdad. Sigue siendo la causa de los principales problemas que acechan a España. Mientras una parte de la población española no tenga ninguna perspectiva de mejorar sus condiciones de vida seguirá habiendo un caldo de cultivo del que algunos querrán aprovecharse. En Francia la ultraderecha de Le Pen es votada por antiguos comunistas. En España, Podemos y el independentismo catalán, tratan de convencer a los mayores damnificados por la crisis económica de ser la solución. Con un 60% de la población mileurista es imposible que la sociedad española logre dejar atrás la improvisación. Una subida de salarios que dignifiquen vidas y aseguren futuras pensiones tendrá que ser una realidad antes o después. España tiene las condiciones para ello. Los inspectores del Banco de España llevan años advirtiendo que el 80% del dinero negro que se genera en España tiene su origen en las grandes empresas. No es cierto que los españoles de a pie hayamos vivido por encima de nuestras posibilidades. Tampoco que seamos los culpables de una crisis que se generó por la barra libre de la que disfrutaron cajas de ahorro dirigidas por determinados políticos. Hay que poner nombre a los despilfarradores.

Siguen ahí. Decenas de miles de españoles desaparecidos durante la cruenta represión franquista continúan enterrados en cualquier parte. El suelo que pisamos y por el que caminan nuestros hijos está sembrado de cuerpos que no pretenden recuperar una dignidad que nunca perdieron sino que se termine de manera definitiva con la ignominia de una época que intentó acabar con la libertad y la justicia a base de fusilamientos y torturas. Desde algún lugar nos observan en silencio a la espera de que sus vidas sean recordadas y sus cuerpos enterrados de manera digna. Ocurrirá algún día. Pese a quien pese.

Educación. Sólo invirtiendo en educación se logrará terminar con la violencia de género y los asesinatos machistas. Una educación que debe comenzar en los colegios y extenderse a todos los ámbitos de la sociedad con capacidad de formar voluntades y opiniones. Ridículas series de televisión, patrones de moda para cuerpos adolescentes, infantilización de la sociedad por las redes sociales y anuncios de televisión machistas e hipersexuados. Todo parece ir en contra de la cultura y la educación. Lo dijo hace unos días Jordi Soler: antes los viejos querían ser sabios, hoy tienen que estar fornidos, musculosos y ser influencers. Generalización de la estupidez.

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