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Jorge Fauró

La «podemización» del PP

Interesante la evolución que se está produciendo en el Partido Popular de la Comunidad Valenciana y el giro inesperado de su estrategia para recuperar la Generalitat. No hay que más que rememorar sus 20 años al frente del Consell y el reconocible estilo de gobernar de Zaplana, Camps y Fabra para que llamen la atención iniciativas recientes de la era Isabel Bonig. Parece obligado que la lideresa haga evidente que su proyecto nada tiene que ver con ese PP tan reciente de Gürtel, Brugal, la Púnica y el despilfarro que los electores castigaron, pero la hoja de ruta del cambio ha pasado de lo sorprendente a lo asombroso, para derivar en lo desconcertante.

Sorprende que se hayan buscado enemigos entre sus aliados tradicionales al reclamar que se eliminen aportaciones públicas (que ellos convirtieron en ley) a la patronal autonómica CEV o al sector hotelero. Asombra que su presidente provincial en Alicante, José Císcar, se desmelene en una entrevista y asegure con rotundidad que el PP «nunca ha sido el partido de los empresarios». Y desconcierta que el grupo popular y Podemos voten de manera idéntica en las Cortes Valencianas para desgastar al tándem Puig / Oltra. Hasta aquí todo extraño, nada imperdonable.

Ahora toca Terra Mítica, y es lícito pedir claridad en las cuentas si se trata de dinero público, pero un PP en la oposición no puede permitirse bordear el ridículo y situarse a la izquierda de Pablo Iglesias cuando para erosionar al Consell recurre a su proyecto más reconocible; símbolo del gasto irresponsable y a fondo perdido de la etapa popular; destino final de 500 millones de fondos públicos; vendido después por 67; endeudado en 240; con dos exdirectivos y 20 empresarios condenados por emitir facturas falsas. Este PP aún tiene margen para perder todo el crédito: les queda la Fórmula Uno y la Ciudad de la Luz. Dale, Isabel.

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