Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Joaquín Rábago

Sentimientos o ideología

Me escribe un amigo y conocido escritor leonés para poner en duda que lo que mueve a los catalanes independentistas tenga algo que ver con el corazón, con los sentimientos, como escribió este columnista.

"Es una ideología supremacista: sentimiento, no; ideología fanática, y esos catalanistas, engalanados de cosmopolitismo, poniéndose por encima de los más pobres", añade mi amigo, aludiendo al egoísmo que parece subyacer a la apuesta independentista.

No pongo en duda que haya algo, incluso bastante de etnicismo xenófobo en el discurso de ciertos líderes independentistas y de quienes tan acríticamente los siguen sin que parezcan importarles las nefastas consecuencias inmediatas de su elección.

La prensa madrileña ha citado en más de una ocasión frases más bien repugnantes de alguno de esos dirigentes políticos que podría haber firmado el propio Sabino Arana en sus elucubraciones sobre la raza vasca.

Sin embargo, no creo que eso sólo acierte a explicar en toda su complejidad un fenómeno tan amplio como son las ansias separatistas de una parte muy importante, aunque por fortuna todavía no mayoritaria, del pueblo catalán.

Puede tener que ver en los casos más extremos, como sostiene mi amigo novelista, con un odioso sentimiento de superioridad sobre el resto de los españoles

Pero ¿no cabe asimismo interpretarlo en otros casos como manifestación de rechazo de las políticas de unos partidos a los que se identifica de modo tan simplista como demagógico con Madrid?

El independentismo no es en cualquier caso un fenómeno de ahora aunque se haya agudizado últimamente hasta extremos peligrosos para la convivencia por culpa de la intolerancia de unos y la torpeza política de otros.

Es interesante en ese sentido leer la pequeña colección de artículos publicados en los años treinta en el diario Ahora por uno de los más perspicaces periodistas que ha dado este país y que la editorial Almuzara ha recogido en un librito.

En "¿Qué pasa en Cataluña?" el sevillano Manuel Chaves Nogales no oculta su admiración por el entusiasmo colectivo que observa entre los catalanes en el momento de celebrar la recién proclamada República, entusiasmo que no tiene parangón, dice, en ninguna otra parte del país.

"En ninguna región de España - escribe -se sabe lo que es el entusiasmo popular si no es en Cataluña. Pienso y no acierto a imaginar qué tendría que pasar en Madrid o el Sevilla, qué acontecimiento maravilloso tendría que producirse para que los castellanos o los andaluces se entusiasmasen así".

Chaves Nogales no oculta su admiración por LLuis Companys, aquel "hombre de acción", que proclamó el 14 de abril la República catalana antes que la española, y pronostica que se convertiría pronto en "puro símbolo".

Cataluña, explica, "tiene esta virtud imponderable: la de convertir a sus revolucionarios en puros símbolos ya que no puede hacer de ellos perfectos estadistas. Lo uno vale por lo otro". ¿Y no hay mucho también de simbolismo en el éxito electoral del fugado Puigdemont?

Pese a que las actuales circunstancias tengan por fortuna poco que ver con las que le tocó vivir a Chaves Nogales, convendría que quienes han de lidiar con el problema catalán se parasen un momento a meditar sobre las agudas observaciones de ese gran periodista.

Porque si hay que denunciar sin ambages los excesos antidemocráticos que han venido mostrando en todo momento del llamado "procés" los partidos independentistas catalanes, ello no debe impedirnos criticar con igual energía las reiteradas torpezas de quienes tienen enfrente.

Y aquí han fallado todos, especialmente los que más responsabilidad tienen: un PP que parece condenado a no entender jamás a Cataluña, que ha dejado pudrirse el problema y ha querido fiarlo todo a la acción de la justicia, y un Partido Socialista sin rumbo últimamente, incapaz de ofrecer una alternativa de izquierdas a las clases profesionales y trabajadoras no sólo catalanas, sino también del resto del país.

Sólo en una situación tan polarizada como la que se vive desde hace ya demasiado tiempo en Cataluña se explica el fracaso de quienes aspiraban a hacer de puente - me refiero a En Comú/Podem- y, de modo paralelo, el espectacular ascenso de un Ciudadanos sin complejos.

Un partido de derechas, este último, cuyo éxito electoral hay que atribuir exclusivamente a la claridad de su apuesta por mantener a Cataluña dentro de España, de una España, por cierto, cada vez más necesitada de una reforma constitucional.

Diálogo y capacidad de compromiso deben ser las consignas a partir de ahora, y el discurso de Navidad del Rey, mucho más conciliador que el anterior, parece ir en tan deseable dirección.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats