Mi buen amigo Pere Rostoll me ha robado el título del artículo. Aunque mi aproximación al tema tendrá otro enfoque. Por si ustedes a esta altura no lo saben, que sería raro, Inés Arrimadas con Ciudadanos, ha sido el primer partido no nacionalista que gana unas elecciones autonómicas en Cataluña. Y eso es poner una pica en Flandes, y no la de Puigdemont en Bélgica. Contra todos. Porque se suponía que los independentistas iban a echar pestes de Inés, pero los partidos constitucionalistas también han ladrado para intentar que no creciese el voto de Ciudadanos. No lo han conseguido, ni unos, ni otros.

Del análisis pormenorizado se extraen algunas conclusiones. Y yo aporto las que me parecen más relevantes desde el punto de vista del futuro. Los nacionalistas llevan cayendo elección tras elección, desde los 76 diputados hasta los 70 de hoy. No se cura esta deriva en media hora, pero el aliento detrás del cogote ya se lo pueden hacer ver. Por provincias, vemos que las dos más pobladas, Barcelona y Tarragona, han apostado por Ciudadanos como fuerza más votada. Barcelona (5 millones y medio de habitantes) con un 26,44% y 24 diputados, y Tarragona (792.000 habitantes) con el 27,34% y 6 diputados para Ciudadanos. Las otras dos menos pobladas, Gerona (753.000 habitantes) y Lérida (434.000 habitantes) han apostado por Puigdemont y por Junqueras en ese orden. Con porcentajes que van desde el 36,49% al 21,70%. Con eso se dibuja una Cataluña nada monolítica y menos homogénea, para disgusto de la TV3. Cachis en la mar?

Esta bipolarización del voto es muy parecida a la que se produjo en Gran Bretaña cuando el voto al Brexit. Las grandes urbes, más cosmopolitas y más jóvenes, apostaron por Europa, y los condados más tradicionales y más rurales prefirieron el aislacionismo. Cualquiera que haga el análisis de los votos en EEUU con la última elección del nefasto Trump verá como la dinámica se repetía. Grandes ciudades apostando por Clinton, y estados más rurales apostando por el Presidente que ganó en compromisarios, pero perdió en votos.

Lo mismo que en Cataluña. Porque no han ganado en votos y han ganado en escaños. No me extraña que a la gente se le atragante el proceso democrático que hace que un voto de la Girona rural valga más que el de un estudiante del Eixample de Barcelona. Sacar 1.102.099 votos en una Cataluña dominada desde la sociedad civil, la televisión y la escuela, sí la escuela y la universidad, durante tantos años, es una proeza digna de resaltar. Los independentistas podrán volver a jugar a la ruleta de la República, pero la ley tiene más partidarios que contrarios en esa sociedad partida en dos.

Si la dinámica va a ser dialogar sobre lo ilegal, volveremos al punto de salida. Y si quieren leer bien los resultados los nacionalistas bien harían en ver que siguen cayendo mientras los otros, en zonas de ascenso demográfico y en zonas más pobladas, siguen en ascenso. Es una cuestión de tiempo, pero se ha abierto el melón. Para los independentistas ha sido un sacrilegio que una charnega de Jerez les haya ganado. Como su enfermedad es pintar ofensas en la tienda de los padres de Albert Rivera, no podrán parar la siguiente. Si siguen la estela del martirologio de pensar que son víctimas, cuando en realidad son verdugos por saltarse la ley, un día perderán de verdad.

Son los mismos tiempos los que corren en el mundo de populismos baratos. Esos que hacen a la gente creer lo que es irreal. Por eso la gente votó el Brexit y a Donald Trump. Pero la historia, como elemento cíclico que es, volverá a posar la sensatez a los mortales.

Se quebró la quimera de que sólo un catalán de pata negra podía ganar en Cataluña. Porque esos patas negras en Cataluña han metido las sucias patas en la ley. Y catalanes son todos, no solo los que salen con la estelada para llamar fascistas a los demás. Necesitamos tiempo para que nunca más se insulte a los que no piensan como los supremacistas nacionalistas. Tú puedes querer mucho a tu tierra, pero no lo utilices para saltarte la ley. Porque la ley somos todos. No solo los que fuisteis educados en el «España nos roba». Inés Arrimadas os desea Feliz Navidad, a todos. O Bon Nadal.