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Ritos de paso

La lotería

A estas alturas de escritura, no sé si el Gordo habrá caído muy repartido, ni dónde, ni cómo. Tampoco si servirá para tapar muchos o pocos agujeros, cubrir hipotecas, pagar las deudas de los pobres, que somos todos, a los usureros de la banca nacional e internacional, darse algún capricho, hacer un viajecito o comprarse un coche nuevo. Tampoco sé si muchos podrán echar una mano a los hijos y nietos en paro después de carreras universitarias espectaculares y brillantes que no les sirven ni para trabajar en una hamburguesería de cuarta. Porque aunque muchos se olviden, tan entretenidos como están en las patrias catalanas y españolas y viceversa, esta tierra es un lugar de gente con problemas, en su mayoría, a los que la crisis les calló encima como pretexto para reducir salarios, recalificar a la baja puestos de trabajo, expender prejubilaciones y regulaciones de empleo injustificables. Los parias de la tierra somos todos, incluso los que tienen mucho porque siempre estarán en riesgo de perderlo todo. Los parias de la tierra somos todos porque el sistema económico es injusto en su esencia, absolutamente incorregible por mucho que Carlos Marx vaticinara su fin en una de sus típicas caídas libres, esas que nos llevan a todos por delante, como en 1929, en 1973, en 1993, en 2008? La lista larga repleta de fechas dramáticas, de pescozones a los bolsillos, de cínicas actuaciones de nuestros políticos conspicuos e iletrados. ¿Por qué nos ha tocado en desgracia una generación de responsables públicos en su mayoría incapaces por no decir ineptos? Porque nadie en sus cabales, salvo excepciones, quiere subirse al tiovivo de la política, del servicio público. España no es una excepción: en Austria la extrema derecha ha entrado en el gobierno; en Francia Macron se ha acabado creyendo que es un iluminado enviado por la providencia para recuperar el siempre eficaz chauvinismo francés; en Alemania, los socialistas acabarán perpetrando su penúltimo sacrificio antes de despeñarse definitivamente por el barranco de la historia. Pero no nos amarguemos, hoy es el sorteo de la lotería de Navidad, ayer algo debió ocurrir en Cataluña, o más de lo mismo. En enero, se sorteará la del Niño, y el domingo, por la noche, mi sobrina Marina, su hermano Mauro, su primo Guillermo -mi hijo- y la prima de los tres, Paola, recibirán buenos regalos de Papa Nöel, porque son esencialmente buenos. Feliz Nochebuena.

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