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Opinión

Coepa pierde la guerra

La patronal alicantina Coepa difundió ayer lo que parece ha sido su último parte de guerra. Cautiva de una gestión interna calamitosa durante años y desarmada por una reclamación millonaria de Hacienda que no puede atender (y que ha acabado con el embargo de las cuotas de los asociados), la confederación ha acordado su rendición, en apariencia, incondicional.

Su duodécimo presidente, Francisco Gómez, atesora el mérito de intentar hasta la extenuación salvar a Coepa, pero también la responsabilidad de asumir decisiones inexplicables y alianzas imposibles. Mantener viva la institución no exigía estrategias con criterios empresariales, sino maniobrar en el terreno de la política. Y en ese escenario, en el que tan bien se manejaban expresidentes como Montes Tallón o Modesto Crespo, fracasó Francisco Gómez cuando no pudo o supo evitar la salida de Coepa de organizaciones tan representativas como Facpyme (comercio) o Fempa (metal), curtidas en la guerrilla y en mantener su territorio a salvo de injerencias externas. Cuando quiso hacerse valer como referente de Alicante ante la Generalitat o ante la patronal valenciana (finalmente autonómica, la CEV), ya era tarde. Su ejército ya era una tropa y algunos generales (hoteleros, calzado, metal) ya habían pactado con el presunto enemigo (de nuevo la CEV).

Pero nada se supo del arte de la política, donde corre el dicho de que en esta vida uno tiene amigos, enemigos y compañeros de partido. Gómez eligió al presidente de Cepyme, Cristóbal Navarro, el dirigente del que todos recelan por la dificultad en llegar a acuerdos y porque nunca se sabe si quiere construir un proyecto o pretende su demolición. 40 años después de su fundación, las defensas de Coepa han cedido a causa de errores propios, el desinterés de la Administración y de no pocos asociados y de la apisonadora del empresariado valenciano. La guerra ha terminado.

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