El cinismo de algunas declaraciones políticas sólo puede ser entendido bajo el desprecio hacia la inteligencia de los ciudadanos y, por tanto, hacia la democracia cuando se convierte en un modo de hacer política. Nos hemos acostumbrado a que los políticos no pretendan persuadirnos o convencernos de sus actuaciones mediante argumentos intelectuales, sino que han cambiado la pedagogía por el márketing y la publicidad, lo que termina siendo una flagrante irresponsabilidad que fomenta el descrédito de nuestra democracia. Así se explica que los partidos políticos no valoren precisamente a sus representantes por su solvencia intelectual a la hora de elaborar las listas electorales, a fin de cuentas no la van a necesitar.

La pasada semana el Partido Popular de Elche dio una rueda de prensa en la que los diputados ilicitanos en las Cortes Valencianas, Juan de Dios Navarro y José Salas, denunciaban el trato discriminatorio del Consell hacia nuestra ciudad por la falta de voluntad política para terminar con los barracones en los centros educativos y arreglar las deficiencias que muchos centros escolares padecen en Elche.

Se agradece este arranque de sensibilidad aguda y repentina por la educación pública del PP, aunque no se la crean ni ellos mismos. ¿Te puede preocupar algo que has dañado, perjudicado, menospreciado, relegado y marginado cuando has gobernado, porque, además, forma parte de tu concepción ideológica?

Recordemos que las aulas prefabricadas se colocaron provisionalmente hasta que se construyeran o se ampliaran los centros educativos. Y su universalización no ocurrió durante la crisis, sino durante los años en los que la Comunitat Valenciana era el ejemplo del milagro económico. Al mismo tiempo que se construía el Palau de les Arts o la Ciudad de la Luz, se colocaban barracones. Y se colocaban también al mismo tiempo que se concertaba el Bachillerato, caso excepcional en España junto con Madrid al no ser una etapa obligatoria. Los barracones son el saldo de una forma de hacer política, de los casos Blasco, Fabra, Hernández Mateo, Taula, Fórmula 1, Gürtel, Palau de les Arts, Nóos, Canal 9, Acuamed, IVAM y un largo etc. En el año 2000 el Consell del PP creó una empresa pública, Ciegsa, para construir y reformar centros educativos con mayor eficiencia y rentabilidad. Se diseñó un plan para construir 233 centros por 1000 millones. Pero se construyeron la mitad y hubo un sobrecoste de otros más de 1000 millones.

Los barracones se hicieron permanentes, porque el alquiler de los propios barracones se convirtió en un negocio. Ciegsa construía un 36% más caro que si la administración lo hubiera hecho directamente según el informe de la propia Intervención General de la Generalitat de enero de 2016.

Con el dinero de los sobrecostes se podrían haber construido 200 nuevos centros educativos. Según se desprende de este mismo informe, la Conselleria no ejerció ningún tipo de control sobre Ciegsa y supuso en la práctica la creación de una Conselleria d'Educació en b como señaló Vicent Soler, conseller de Hacienda. Luego llegó la crisis y hubo que recortar sobre lo que ya se había recortado o directamente sobre lo que no se había hecho.

Si durante ese periodo de milagro económico se hubiera invertido en los servicios públicos, la crisis se habría afrontado, al menos, con un sector público fuerte que habría evitado que, como siempre, los más desfavorecidos pagaran las consecuencias a un mayor precio.

Hay, por tanto, que reconocer y recordar con justicia que el PP ha dejado una situación en la educación pública extremamente difícil, por no decir imposible, de revertir en un corto periodo de tiempo. Este hecho no exime, sin embargo, que exijamos al PSOE y a Compromís seriedad exquisita a la hora de hacer promesas y, especialmente, a la hora de cumplirlas.

La actitud de Salas y de Juan de Dios es la impostura del que no sabe seguramente de lo que está hablando. Que nos expliquen si no qué iniciativas parlamentarias han llevado a cabo ellos en València para revertir en la práctica esta situación que denuncian.

El problema de la educación es mucho más que la cuestión lingüística, aunque sea ésta la única que parece que les interesa.

Anteayer vimos cómo Carlos González, PSOE; David Caballero, Cs, y Pablo Ruz, PP, pugnaban por atribuirse el aparente éxito de las gestiones para incluir en el Plan de Cercanías la conexión con el aeropuerto y el estudio de la conexión con la estación de Alta Velocidad.

Seguramente, es un buen ejemplo de lo eficaz que resulta perseguir el mismo objetivo. ¿Se imaginan ustedes a Pablo Ruz y a David Caballero peleando con la misma fuerza por la enseñanza pública? No, ¿verdad? No se puede defender algo en lo que no se cree. Y esto a pesar de que no existe una institución como la educación pública que represente y fomente más y mejor los principios constitucionales que tanto fervor les despiertan.