Las empresas deberían aprovechar el cierre del ejercicio fiscal para valorar exhaustivamente si necesitan financiación externa. Más aún ante la certidumbre de que se aproxima un periodo de cambios en los costes financieros. Para ello es preciso evaluar la situación actual de la compañía y planificar su proyección futura.

De entrada, conviene analizar, con rigor y espíritu crítico, el grado de cumplimiento de los objetivos de la mercantil en cada uno de sus Drivers o conductores de valor definidos para el presente ejercicio 2017. En caso de no haber alcanzado lo establecido por la estrategia de negocio, en cada una de sus líneas de actividad, habrá que diseñar actuaciones correctivas y/o preventivas para no repetir errores del pasado.

Asimismo, también debería de planificarse, con ambición y realismo, cuáles serán el modelo de negocio y los impulsores de valor para el 2018 en cada uno de los distintos ámbitos de la empresa: comercial, recursos humanos, recursos materiales, calidad y, por supuesto, financieros.

La financiación barata está llegando a su fin: el Euribor se va a incrementar y el diferencial variable de las entidades bancarias va a aumentar, por lo que para mantener sus rentabilidades, tendrán que subir el coste de los préstamos. Al hablar de financiación externa, la primera actuación que se tiene que abordar es calcular la proyección del flujo de caja libre para el periodo que se desea analizar. Si la mercantil es capaz de generar flujo de caja, la toma de decisión sobre financiación irá encaminada a cancelar deuda, fortalecer el balance o repartir dividendos. Por el contrario, si la compañía presenta déficit de flujo de caja -es decir, existen necesidades de financiación- habrá que acudir a los socios para ampliar capital o bien solicitar un préstamo a una entidad bancaria. Y en este tema, precisamente, quiero profundizar.

Cuando hacemos una recomendación a futuro no siempre se cuenta con el respaldo de un amplio consenso. Sin embargo, en este caso, todos los indicios que tenemos en la actualidad, incluyendo las opiniones de los expertos y los movimientos adelantados de las grandes compañías, apuntan a que la financiación se encarecerá y a finales del próximo año se visualizará un cambio de tendencia. Las razones que se exponen están relacionadas con la finalización de dos importantes programas por parte del Banco Central Europeo, el QE (Quantitative Easing) y el TLTRO. El fin del QE, el programa de compra europeo de deuda del Banco Central Europeo, llegará en septiembre de 2018. Además, el próximo año también comenzará la devolución por parte de las entidades financieras de las conocidas coloquialmente como macrosubastas de liquidez (TLTRO) lanzadas por el Banco Central Europeo y que les ha permitido financiarse sin problemas y a un precio atractivo.

Estas dos medidas procedentes de Europa, junto a la aprobación de una nueva circular del Banco de España en referencia a una nueva provisión por parte de las entidades financieras para los créditos de alto riesgo, hacen presagiar que, efectivamente, en fechas cercanas se producirá un encarecimiento de la financiación para las empresas.

Grandes compañías del Ibex-35 ya han dado los primeros pasos y han conseguido obtener financiación fija a largo plazo, más de cinco años, a unos precios competitivos y que posiblemente dentro de unos años serán vistos como reducidos.

Las pymes deben planificar y actuar como las grandes compañías, sabiendo que sus medios y recursos son diferentes, pero con el convencimiento de que lo que ocurre en los mercados financieros nos afecta a todos en mayor o menor medida. La mayoría de las estimaciones contemplan que el punto de inflexión se alcanzará entre finales del 2018 y principios de 2019.

Así pues, en el comienzo del próximo ejercicio, y ante la certidumbre de que la etapa de costes financieros reducidos está a punto acabar, las pymes han de fijar los objetivos que desean marcarse. Para ello deberán cuantificar las necesidades futuras que requerirán, así como conocer cuál es la duración media del vencimiento de su deuda actual y el coste medio de la misma. Y con estas tres variables, iniciar un proceso de restructuración de la financiación externa con un claro objetivo, conseguir durante el ejercicio 2018 productos financieros con un vencimiento mayor y con un coste más reducido. Con toda probabilidad si esperan un año más, el resultado que alcancen tendrá un mayor coste de financiación.