El próximo viernes, 22 de diciembre, tenemos un año más a los niños del colegio San Ildefonso de Madrid cantando números y premios para llevar a muchos rincones de nuestra geografía la consagración de una ilusión que, desde septiembre al día de este sorteo, lleva rondando la cabeza de muchas personas, bien para tapar agujeros o abrir un proyecto que lleva en mente desde toda la vida. Como dato anecdótico señalar que estos niños llevan más de tres siglos cantando los números de la Lotería Nacional, siendo el primer sorteo en el que toman parte como extractores el 9 de marzo de 1771. Los responsables del colegio seleccionan a aquellos alumnos que tienen buen timbre de voz y pronunciación clara, a los que se ejercita para la fácil y rápida lectura de los números y también se les adiestra en el manejo de las bolas de los sorteos mediante ensayos continuos con material que la Lotería Nacional tiene a disposición del colegio, con lo que combinan estudios y esta disposición que para ellos es un auténtico honor con sus caras llenas de alegría cuando mandan sus premios a todos aquellos que lo necesitan.

Pero la suerte es para unos pocos, ya que aunque sean muchos premios los que se reparten, la mayoría son de cinco euros por euro jugado, lo que simplemente puede suponer una ayuda para los gastos de estas fiestas, lo que no es poco. Pero es más una sonrisa lo que te da que una alegría, ya que ésta solo se la llevan unos pocos afortunados que por ese difícil obsequio del destino te lleva a coger ese décimo del lugar donde va a tocar.

Sin embargo, la lotería debe ganarse todos los días, ya que es en la «arena de la realidad» donde todos los días nos movemos los demás. Es decir, aquellos a los que no nos toca esa suerte que llega en forma de auténtico regalo, ya que te dan una recompensa sin haber hecho nada por ello. El merecimiento es la suerte, y ésta puede merecerse como compensación por otras desdichas que a muchas personas les han pasado durante todo el año, y que al final puede alterarse con un golpe de fortuna por la lotería. Pero no podemos depositar nuestro deseo y nuestro objetivo en la vida en algo sobre el que el porcentaje de posibilidades de que te suceda es tan reducido que ni viviendo cinco vidas puede que nos tocara esa suerte de ganar una importante cantidad de dinero. Porque los objetivos se alcanzan todos los días con el esfuerzo diario, con la responsabilidad, la entrega en cada cosa que hacemos, con la honestidad por bandera en todas las cosas que hacemos y con el respeto a los demás; valores todos ellos que parece que nos los hemos dejado en la chistera en algún momento de nuestras vidas.

El esfuerzo diario es el que mide las recompensas de cada uno de nosotros, siendo los golpes de fortuna algo accesorio al trabajo que hacemos cada día. Y como cada vez esos valores que hemos citado están más en decadencia se valoran más en quienes los atesoran y tratan, no solo de practicarlos cada día, sino de transmitirlos. Porque de lo que más estamos necesitados es de mensajes que insistan en predicar valores que descansen en el esfuerzo, la actitud y disposición de hacer mejor las cosas y en la honestidad en la forma de hacerlas. Por esto, junto a esos spots navideños que vemos relacionados con historias que tratan de la ilusión que provoca en las personas el solo hecho de pensar que nos tocará la lotería, podría alguien pensar en las ventajas que supondrían incluir en las cadenas de radio y TV mensajes destinados a la promoción de los valores que antes hemos citado, a fin de comprobar si de la misma manera que pensamos en los golpes de fortuna y nos esforzamos en conseguirlos podríamos recuperar esos valores para nuestra sociedad.

Llama tanto la atención esto de la tendencia en creer en estos golpes de suerte que hace ya tiempo que no quedaba en ninguna administración de lotería un número acabado en 155, con motivo de la actuación gubernamental en Cataluña, lo que llama poderosamente la atención. Solo faltaba que tocara el gordo terminado en ese número para rematar la faena, pero en lo que debemos concentrarnos con seriedad, no en una ilusión, es en esforzarnos en ser mejor personas y actuar así con los demás. Porque con esa actitud será como nos habrá tocado la lotería a todos y no a unos pocos. La suerte de este país pasa por un cambio de actitud general, no por la fortuna de unos pocos. Y si tenemos esa suerte colectiva será como si a este país le toca el gordo de Navidad, pero para los 365 días del año.