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Arturo Ruiz

Opinión

Arturo Ruiz

Saturno devora a sus hijos

Allá por el invierno de 2015, la euforia que embargaba a todas las izquierdas alicantinas al haber logrado arrinconar al PP en la oposición tras veinte años cesó de pronto. Supieron entonces, con las primeras trifulcas entre Echávarri, Pavón y Bellido, que el invento sería mucho más complicado. Y aún así debieron pensar, vale, «está pasando, no es como lo habíamos imaginado, pero está pasando, gobernamos nosotros». Y se pidió comprensión: que un pacto tan heterogéneo es siempre complicado; que transformar una ciudad tantos lustros guiada por la derecha no se hace de la noche a la mañana; que se necesita tiempo. Pero pese a todo, vamos, chicas y chicos, «está pasando». Vamos, vamos, un esfuerzo más.

Dos años después ya no está pasando nada: Saturno devora a sus hijos sin que se sepa muy bien quién es el dios y quienes los vástagos. Ya no queda tripartito y lo peor no es que tal alianza se rompiera por los problemas judiciales del PSOE, sino las escasas lágrimas que se han derramado por el fin de aquel gobierno, el hecho de que muy pocas de sus gestiones cercenadas merezcan memoria alguna, tanta oportunidad perdida: los hijos han sido devorados sin que hicieran nada por no merecer tan infausta suerte. Y la orgía de autodestrucción persiste. Guanyar se rompe en trifulcas tabernarias: concejales y cargos que hasta hace dos días soñaban con que otro Alicante era posible se llaman ahora «torpes, desleales y conspiranoicos» entre otras lindezas. Y ayer la crisis del PSOE en la capital arruinó la puesta de largo del alcalde de Xàbia, José Chulvi, como nuevo líder provincial del partido después de que le intentaran meter como vicesecretario al edil de Alicante Carlos Giménez, investigado junto a Echávarri por el despido de la cuñada de Barcala y afín al eterno Ángel Franco. Chulvi dijo no, pero ya sabe donde se ha metido. Y a Saturno le va a pillar una indigestión.

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