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La papeleta

Pere Rostoll

La oportunidad de Chulvi

Retrasar en el tiempo la resolución de los problemas es signo de dos cosas: debilidad y no tener ni idea de las medidas que se deben tomar para abordar la cuestión. Esa estrategia es la que suele utilizar el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y la que la dirección del PSPV ha seguido con la eterna crisis que viven los socialistas en la capital alicantina, agravada ahora por la situación judicial del alcalde Gabriel Echávarri y por la ruptura del gobierno municipal de izquierdas. Al final, la falta de iniciativa política de la cúpula de los socialistas valencianos, con el presidente Ximo Puig a la cabeza, para aplicar una terapia de choque al conflicto se tradujo en una explosión sin controlar durante el congreso que el PSPV de la provincia celebró ayer en la Universidad de Alicante como primer acto del nuevo liderazgo de José Chulvi. El secretario general ofreció al sector de Rubén Alfaro, alcalde de Elda y presidente de la Federación Valenciana de Municipios, integrarse con una vicesecretaría general y le pidió el nombre de una mujer. Pero Alfaro no le propuso a Chulvi una dirigente socialista ni tampoco a nadie de su entorno. Le trasladó el nombre de Carlos Giménez, edil de Alicante, imputado junto a Echávarri en el despido de la cuñada del portavoz municipal del PP y hombre de confianza de Ángel Franco. El nuevo líder socialista rechazo de plano esa posibilidad y optó por una ejecutiva de su confianza, con el apoyo del «sanchismo» y sin concesiones al hombre que sigue manejando los hilos del socialismo en la capital. Pero con ese movimiento todos quedaron retratados. Rubén Alfaro como una marioneta de Franco, el exsenador como un inconsciente pendiente de mantener su «taifa» de Pintor Gisbert sin ningún interés por el futuro del partido y Chulvi como un dirigente dispuesto a evitar el «chalaneo» de las cuotas pero con un problema gravísimo encima de la mesa. Es cierto que la eterna crisis de la ciudad de Alicante le arruinó al alcalde de Xàbia su estreno en el liderazgo socialista. Pero también que una cesión a Franco hubiera sido aún peor: empezar su mandato con una mancha que le hubiera atado para entrar a fondo en Alicante. Ahora José Chulvi tiene una oportunidad. En sus manos está.

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