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C.Pascual

Análisis

C. Pascual

Guanyar, fuera del poder y en guerra

Fraccionada en dos bandos por ahora irreconciliables, la formación ha pasado de adalid de la nueva política a revolcarse en las bajezas de la vieja

Un mes fuera del gobierno municipal. Ése es el tiempo que ha necesitado Guanyar Alacant, la marca blanca de EU en el Ayuntamiento de Alicante, para estallar por los aires, retransmitiendo cada una de las cruentas batallas, por tantas cuentas pendientes, de una guerra interna que nadie sabe, a día de hoy, cómo acabará y qué víctimas dejará en el camino. Por el momento, se contabilizan las heridas abiertas, agravadas con un cruce de dardos, en cartas de ida y vuelta enviadas a la militancia, donde se ha ido desde la acusación de «inacción y torpeza» al bando de los concejales críticos, hasta la posterior respuesta, en la que se señaló a Miguel Ángel Pavón como «orgulloso, temerario y desleal», deslizando que es un «conspiranoico» y afeándole su escaso espíritu democrático. Así, los cargos públicos de Guanyar han pasado de autoproclamarse los adalides de la nueva política a revolcarse en las bajezas de la política más vieja.

La elección de los asesores que le corresponden al grupo municipal una vez en la oposición, tras abandonar el equipo de gobierno ante la negativa a dimitir del alcalde, Gabriel Echávarri, ha sido la gota que ha colmado un vaso que se ha ido llenando a diario por las discrepancias existentes entre los dos bandos en los que se han acabado por posicionar los concejales de Guanyar. Por un lado se sitúa el portavoz, Miguel Ángel Pavón, junto a Julia Angulo, que además cuentan con el apoyo externo del coordinador local de EU, José Luis Romero; por el otro, y en mayoría, Víctor Domínguez, Daniel Simón y Marisol Moreno. En igualdad de fuerzas, lo que evidencia una absoluta fractura interna, se encuentra el Consejo Político de EU, la formación que abasteció, dirige y controla la confluencia: con once personas junto a su líder orgánico y otras once, en la facción crítica de la dirección política. Y sobre la mesa, a quién situar en los tres puestos de confianza (con un sueldo bruto mensual de unos 1600 euros), que por ahora ocupan la mano derecha de Pavón y otra colaboradora muy próxima del portavoz, junto a una tercera persona, que se ha acabado posicionando, a riesgo de perder su sueldo, con el bando crítico, que defiende, al igual que la asamblea de Guanyar, que se abra un nuevo proceso de selección. Pavón, en cambio, se niega en rotundo a iniciar otro «concurso público» ante el temor a perder a su colaboradora más fiel, la persona con más capacidad de influencia sobre el que fuera vicealcalde, con un amplio poder en las decisiones del grupo municipal y que saltó a la primera línea mediática cuando la Policía Local le levantó acta a principios de 2013, ya como asesora y con EU en la oposición, por aparcar su vehículo en una zona reservada para discapacitados y utilizar, según la versión que dio el Ayuntamiento y negada por la protagonista, una tarjeta autorizada a nombre de un familiar cercano.

Como si de una olla de presión se tratara, Guanyar Alacant supo sobrellevar la tensión interna mientras funcionó la válvula de escape, es decir, cuando los concejales estaban diseminados por las diferentes instalaciones municipales y dedicaban la mayor parte de su acción política a gestionar las áreas que tenían delegadas. Una vez sin tareas de gobierno y compartiendo espacio físico en las dependencias destinadas al grupo municipal en el edificio noble del Ayuntamiento, Guanyar no ha aguantado ni un mes antes de exhibir la evidente fractura que existía y que en septiembre vivió, hasta el momento actual, su episodio más tenso. Fue cuando Pavón, con el apoyo de Romero y empujado por su asesora áulica más afín, apartó a Domínguez de la Concejalía de Limpieza, tras acusarle de no hacer lo suficiente para rescindir el contrato de la limpieza de la ciudad, participado por el empresario Enrique Ortiz. La evidente desautorización pública a Domínguez no fue un impulso sobrevenido, se venía gestando tiempo atrás, pero no se hizo oficial hasta que EU cambió su dirección local. Ya con Romero al frente de la formación que tiene en Guanyar a su marca blanca en el Ayuntamiento, Pavón tuvo vía libre para apartar a Domínguez del área.

Esa imposición del bando del portavoz municipal, que nunca se sometió a votación en la asamblea de Guanyar, terminó por fracturar la dañada relación entre los cinco concejales. Ahora, tres meses después de ese episodio y cuando apenas se cumple un mes de la renuncia a las competencias, el futuro de Guanyar está en el aire. Nadie se atreve a aventurar si habrá reconciliación, previo pacto entre los dos bandos, o si la crisis interna acabará con un relevo en la Portavocía y con Pavón y Angulo compartiendo espacio en el pleno municipal con los actuales concejales no adscritos, Nerea Belmonte (ex también de Guanyar) y Fernando Sepulcre (ex de Ciudadanos). Todo apunta a que habrá que esperar hasta el próximo 13 de enero, fecha elegida para la celebración de la asamblea de EU, para conocer la respuesta a los actuales interrogantes. Si los bandos no alcanzan previamente un acuerdo, la votación será determinante: marcará el futuro político de Guanyar y del actual líder de EU, José Luis Romero, que accedió al cargo el pasado julio. A menos de un mes de una asamblea clave, los ediles de Guanyar, promotores de las incendiarias cartas a la militancia, siguen viéndose las caras todos los días en un reducido habitáculo de la primera planta el Ayuntamiento, donde la tensión y los gestos de evidente desconfianza están a la orden del día.

Y mientras Guanyar, y EU por extensión, invierte su tiempo en librar unas cuitas internas que ningún paralelismo guardan con la lucha social y el trabajo a pie de calle, el PSOE continúa gobernando en solitario la ciudad, con solo seis concejales y un alcalde al borde del precipicio de la apertura de juicio oral por presunta prevaricación, y Compromís, la tercera pieza del fracasado tripartito, se frota las manos con la mente puesta en mayo de 2019. Dentro del espectro de la izquierda alicantina, la formación liderada por Natxo Bellido mira a un lado y se encuentra una marca blanca en plena guerra interna, dilapidando el crédito de las confluencias electorales, y mira al otro y observa a un PSOE en manos de la justicia.

Eso sí, unos y otros, PSOE y Compromís, aprovechando la debilidad de su exsocio de terna, insisten ahora en un mensaje nada nuevo: con Pavón era harto complicado que funcionara el tripartito de Alicante.

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