Cualquier circunstancia por muy pueblerina, anodina y casposa que sea se magnifica. Convierten un grano de arena en el desierto del Sahara. Así es la basca política en Torrevieja. También ocurre lo contrario, reducen, cuando conviene, las dunas de Guardamar a una mota de polvo. Todo con un único fin: descalificar, vilipendiando a diestro y siniestro a los oponentes políticos como si fueran enemigos mortales. Hasta dónde hemos podido llegar.

Olvidos, sobrentendidos entre quienes no se hablan, confirmaciones que luego no lo son, falta de coordinación y también de imaginación para improvisar? en definitiva, un fallo garrafal e inexplicable en el organigrama del equipo de gobierno motivó que ninguno de sus miembros acudiera a la cena del 7 de diciembre a hacer entrega del premio « Diego Ramírez Pastor».

El Ayuntamiento presentó sus disculpas a Gema Mateo, organizadora del galardón, siempre apoyado y financiado por el municipio. A pesar de ello, la polémica sigue en la redes sociales donde, con un desconocimiento rayano en la idiotez, y como si el equipo del alcalde José Manuel Dolón hubiese planificado, a cosica hecha, la sonada ausencia, jalean una iniciativa que es ajena al primer edil, aunque debe asumirla.

Sale también a la palestra (que boda sin la Tía Juana), el diputado nacional Joaquín Albaladejo y plasma lo que para él ha sido un agravio perpetrado a todos torrevejenses con la tan traída y llevada incomparecencia institucional. Y lo hace con su inconfundible estilo de tirar el carro por el pedregal mezclando las churras con las merinas. Todo para concluir como siempre: el cuatripartito ha arruinado Torrevieja y está arruinado a los torrevejenses y se carga el «torrevejensismo». Personalmente, por hacer como Joaquín, voy a aportar un nuevo gentilicio para las gentes de Torrevieja, «torreviejanos».

Tenemos una retranca los de acá, los de edad avanzada, cuando pretendemos ser torrevejenses de pata negra y para redondear cualquier escrito utilizamos frases extraídas del baúl de los recuerdos

Nos creemos que todavía vivimos en un pueblo donde conocemos a todo el mundo y todo el mundo nos conoce, cuando aquí ya nadie conoce a nadie. Es como si ahora que estamos en Navidades empezara a contar historias de cuando por estas fechas se amasaban en las casas las toñas, mantecaos y almendraos y luego se iba con las yandas al horno del barrio a cocerlas como se hacía con las monas de pascua.

Lo que resulta un poco raro es que los jóvenes con aspiraciones políticas utilicen estos dichos o hechos a estas alturas.

A lo peor es que lo hacemos para evitar tener que afrontar los problemas de frente.

Del premio Diego Ramírez se ha escrito y hablado mucho. A lo mejor cuando pase el tiempo algún joven audaz lo aborda para su estudio.