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Defensa del cava catalán

El PP pide a los españoles que no boicoteen los productos catalanes

Arrepentidos los quiere Dios. El PP ha llevado al Congreso una proposición para pedir a los ciudadanos españoles que no boicoteen la compra de productos catalanes, especialmente aquellos de consumo navideño. Como el cava, que es la bebida con la que la mayoría de la población suele brindar por un feliz y próspero año nuevo. Ese es, resumido, el objetivo de la iniciativa parlamentaria aunque en el texto de la proposición se alude a la defensa de la marca España deteriorada por los independentistas. Pero si perniciosa e irresponsable es la conducta de los separatistas aún podría serlo más (en opinión del partido del Gobierno) la de los ciudadanos que se apunten a la campaña de boicoteo contra los productos catalanes, ya que causan un claro perjuicio a la economía estatal y por tanto a boicoteadores y a boicoteados. Y la que ha empleado las palabras más duras fue la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría para quien ni siquiera el "odio a España" de los independentistas justifica una respuesta tan "irracional y contraria a la convivencia". Visto desde la distancia, la iniciativa parece sensata y hay que felicitarse del cambio de rumbo del PP, un partido que hizo del anticatalanismo uno de sus fundamentos. Una estrategia que a medida que le restaba apoyos en Cataluña se los centuplicaba en el resto de España. Y tantos apoyos le hurtaba que llegó un momento en que cundió la sensación de que el Estado había abandonado aquella autonomía. Mientras eso tan grave ocurría, don Mariano y sus acólitos jugaban al corro de la patata, recogían millones de firmas en la calle contra el proyecto de Estatuto de Cataluña, y presentaban recurso ante el Tribunal Constitucional contra un texto que ya habían cepillado previamente Guerra en el Congreso y Zapatero y Artur Mas en varias citas clandestinas en La Moncloa. Muchos observadores opinan que el entonces jefe de la oposición parlamentaria no estuvo muy afortunado en aquella ocasión y ha contribuido no poco, con su dejadez, a organizar el lío soberanista. Eso ya es historia, pero convencer al que se alentó (más o menos explícitamente) a boicotear productos catalanes a que deje de hacerlo parece difícil. Y más si se utilizan argumentos de oportunista patriotismo comercial. Las inercias de consumo son complicadas de cambiar, y al que ha optado por comprar cava riojano, valenciano o extremeño se le hará casi imposible la vuelta atrás. Sobre todo si está conforme con la calidad y el precio ofrecido. El cava es, fundamentalmente, un producto de temporada y las opciones de hacer un buen negocio se agotan en días. Afortunadamente, el paladar tiene sus propias reglas y todavía no se ha politizado. Leo que el cava catalán (de cultivadores claramente españolistas) ha resistido bien en el mercado interior y ha aumentado en la exportación. Habrá que brindar por ello.

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