Obras de Haydn, Beethoven, Schumann y Stravinsky

4 estrellas

Enrique Begaría, piano.Sociedad de Conciertos de Alicante

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Teatro Principal.

Lunes, 11/12/2017.

Si uno conoce aunque sea por encima la vida de los grandes compositores y si uno tuviera la capacidad de viajar en el tiempo para poder revivir esa vida junto a ellos, sin duda miraría directamente a Liszt. O por lo menos en apariencia. Y es que la vida del genio húngaro no puede ser más atractiva para los ojos de nuestros días: viajes, fama, dinero, cultura y contacto con los grandes personajes de la época ¿qué más se puede pedir? En las antípodas de esta atracción se encontraría, sin embargo, Joseph Haydn. Los treinta años, como si de un funcionario se tratara, al servicio de un mismo señor, la aparente sencillez de su música o el cariñoso apelativo «Papá Haydn» son elementos que no ayudan a dibujar la imagen de lo que podríamos considerar una vida apasionada. Sin embargo, la realidad dista mucho de ser así. En una época en la que el juego de las miradas era todo un arte y el más mínimo gesto estaba cargado de significado la música de Haydn representa y refleja como ninguna las características de su época y sus conflictos. Y absolutamente representativa en este sentido es su bellísima Sonata número 31 en la bemol mayor que el pianista Enrique Bagaría interpretó como apertura del concierto que el pasado lunes realizó en Alicante. Esta obra, fuertemente influenciada por el Estilo sentimental de C. P. E. Bach, fue planteada por el pianista barcelonés poniendo en relieve los contrastes y aristas tan característicos de esta música que necesita resaltar los silencios, cambios dinámicos y rítmicos de forma evidente para que logremos entrar dentro de ese mundo preromántico que desarrolló el hijo de J.S. Bach en la corte prusiana. Es por esto, y obviando que el equilibrio entre las voces en ocasiones llegó ser desproporcionado, que pudimos disfrutar de un Haydn pleno tocado con plenitud. En cierto sentido, y ya como obra que cerraba el concierto, se pudo observar que la riqueza colorística de la obra Haydn podía tomarse como un símil de la riqueza y la forma de entender el color pianístico tan particular del Stravinsky en su Petrushka. La obra del compositor ruso, de una dificultad y riesgos tremendos, fue puesta en escena por el señor Bagaría con fuerza, incidiendo, y esta es una de las grandes dificultades de esta obra, en el color más allá de la riqueza rítmica que, por supuesto, estaba presenta en la interpretación. El concierto se vio completado con maravillosa Fantasía en do mayor Op. 17 de Robert Schumann y la Sonata Op. 31 nº 3 en re m de Beethoven completando un concierto en el que se pudo ver la generosidad en el nivel del pianismo español actual.