La veracidad y seriedad en el contraste de las informaciones es una de las máximas que los medios de comunicación han puesto siempre en práctica con absoluta profesionalidad. Una forma de actuar que se ha destacado en las facultades de periodismo para que los profesionales contrasten las informaciones y las corroboren antes de salir a la luz. Sin embargo, el poder omnímodo de las redes sociales ha puesto en práctica que algunas personas con fines concretos y personalistas lancen por los diversos canales de comunicación de internet noticias que son falsas y con claras intenciones de desprestigiar a personas, convertir en víctimas a quien no lo es, o dar por ciertos en general hechos que son absolutamente falsos.

Además, debemos añadir a esta mecánica que la población suele creerse estas informaciones sin ponerlas en duda, siempre que les interesen también por ser partidarios de esa información que se da, lo que les lleva a compartir la información, produciendo un tremendo efecto expansivo. Y es que la mera difusión de una noticia falsa no compartida por millones de personas no provoca el impacto que sí está produciendo esa distribución de la noticia falsa que por el efecto multiplicador de la acción de retuitear, o compartir en Facebook es lo que provoca el efecto dañino de la noticia falsa.

Pero esto no es una maniobra que se le ocurre a una persona, sino que es producto de un serio estudio con fines concretos en cada noticia y con la base de una organización y preparación. Por ello, un estudio de la Universidad de Oxford (verlo en internet titulado Troops, Trolls and Troublemakers: A Global Inventory of Organized Social Media Manipulation) identificó en 28 países las tareas más habituales de los agentes oficiales u oficiosos que moldean a la opinión pública y que se llaman trolls, para identificar a quienes, según la Universidad de Oxford, actúan como «un fenómeno organizado, con grandes gobiernos y partidos políticos que dedican recursos importantes al uso de las redes sociales para la manipulación de la opinión pública». Tan relevante papel ejercen estos trolls, que se trata de auténticos profesionales de la difusión de información falsa, ya que no es una maniobra de unos descerebrados que quieran difundir una noticia falsa que a ellos se les ha ocurrido para comprobar el efecto expansivo de su idea, sino que se trata de una verdadera organización, de tal manera que cada noticia falsa lanzada por los trolls está perfectamente estudiada y diseñada de forma «profesional» por un equipo que definen la política de la tendencia que deben seguir estas noticias, valorando cada momento en que estas se difunden y con el objetivo de conseguir un fin concreto. Por ello, los gobiernos de todos los países, y los propios prestadores de servicios que permiten el uso de internet y estos canales de difusión de información, deben poner en práctica sistemas de control de estas noticias falsas y bloqueo de su difusión, así como llevar a cabo políticas internacionales de persecución a los autores de estas maniobras. Cierto y verdad es que la metodología de actuación está basada en el anonimato en internet. Y ello, basado tanto en la posibilidad de no identificarse como la de asumir una identidad falsa, ante lo que deberíamos abrir un debate acerca de esta permisividad de usar cuentas en internet sin un control objetivo acerca de quién ha abierto un blog, o una cuenta concreta en internet, pudiendo, para controlar la autoría, abrir dependencias físicas de registro donde, al igual que sucede con la telefonía y el registro físico para poder darse de alta en una línea telefónica, se tuviera que registrar «físicamente» cualquier persona que quiera operar en internet, para evitar este anonimato que es lo que favorece la proliferación de estas organizaciones para difundir noticias falsas en la red.

Para evitar estos impactos negativos se está recomendando seguir a los usuarios de internet una serie de protocolos para evitar creerse las noticias falsas, como contrastarlas en páginas web antes de redifundirlas, pero es que resulta que quienes lo hacen están interesados en que la noticia sea verdad, porque participan de la crítica a la persona o institución a que se refiere la noticia falsa, y aunque no pertenezcan a la organización sí que son el medio fácil y sencillo que estas tienen para conseguir el efecto multiplicador del fin pretendido con esa ideación de la noticia falsa. Así, los trolls elaboran con maestría la noticia apoyándola en fotografías que nada tienen que ver con ese hecho que difunden, pero que les da un signo de verosimilitud.

Ante esta situación es preciso elaborar una política internacional en el mal uso de internet con un comité mundial que coordine cómo parar esta forma de actuar y ponga coto y sanción grave a quien usa internet para delinquir y para desestabilizar a los Estados y conseguir por el fraude lo que no pueden conseguir por el imperio de la razón y la verdad.