Llegan estas fechas y el personal se empeña en buscar excusas para reunir, en torno a una mesa, a la plantilla de la empresa. Vamos que es que como si no se hubiera comido en «tol» año o como si hubieran pasado doce meses sin ver al «compi» de la mesa de al lado, por lo que ahora se tiene la necesidad de confraternizar, aunque sólo sea «por quedar bien», por el que «por mí que no quede», por el «qué dirán» o, parafraseando a «mi coronel», por «la paz laboral». Es lo que se ha dado en llamar «comidas y cenas de empresa», que no son más que reuniones «gastro-festivas» para las que uno tiene que «armarse de valor», «tomarse un protector estomacal», porque se come y se bebe desenfrenadamente -¡como si no hubiera un mañana!- y en las que «se hace de tripas corazón», ya que la mayoría de las veces de lo que menos ganas se tiene, a estas alturas del año, es compartir mesa y mantel con un jefe que nos ha «tocao» los «bembembes», sin miramiento, 364 de los 365 días del año, o con algún «compañero» al que soportamos por obligación, ya que no congeniamos para nada, además de que es más «pesao» que el "cimbelillo" de un novio, aunque se cree más «grasioso» que Arévalo y Chiquito de la Calzada juntos, por lo que, cual conejito de Duracell y siempre en la sobremesa, no se cansa de «castigar nuestra inteligencia» con los chistes malos de siempre, sin darse cuenta de que es cansino, cansino, cansino hasta hartarse. Pero en fin, es lo que toca en estas fechas, «liarse la manta a la cabeza y dejarse ir», pero haciendo nuestro lo que dijera Jesucristo en la cruz, y que «pase de mi éste cáliz lo antes posible», porque de lo que realmente tenemos ganas, con estos fríos, es de meternos en casita y poner las estufas y calefacciones a «toa» pastilla. Pero, «mi goso en un 'poso'», porque siempre hay quien, con «mu» mala idea, suelta la temida frase de «vamos al karaoke», pero «antes unas copas» en tal o cual chiringuito. ¡Danger, danger; alguien está a punto de echar la pota!. ¿Es que no tenéis casa?. ¿Todavía no se ha comido y bebido lo suficiente como para tener que seguir «de traca» en un tugurio al que, ni en nuestro mejor sueño, iríamos el resto del año?. ¡Qué se le va a hacer; la carne es débil!. Y para que nadie diga que somos unos «pringaos», aceptamos el reto y allá que vamos; al karaoke, aunque cantemos peor que Tamara, la del «No cambié», y Leonardo Dantés, el del «Baile del pañuelo». ¡Qué barbaridad!. Y encima el personal, que parece tener complejo de Michael Jackson, se emplea a fondo con unos bailes que nos recuerdan las convulsiones de «la niña del exorcista». ¡Qué alguien le saque el demonio del cuerpo a éste tío!. ¡La madre que me parió; suena el des-pa-si-to y el súbeme la radio!.

Pero, según me han «chivao», se prepara una cena de empresa que, a tenor de los comensales, me ha llamado la atención. Es la cena que se ha bautizado como la «del prosés» y en la que -aunque creo que no son fechas- se abordará la constitución, y posterior legalización, de un grupo que aboga/trabaja por el parto -indoloro, incoloro e insípido- del «Cantón Independiente de la Vega Baja», que tiene como referencia el «Alicaton», que propugnaba el «regionalismo alicantino» y que, como movimiento político y social, perseguía «el reconocimiento de la provincia como región separada del resto de la Comunidad Valenciana». ¡Pues lo mismo, pero en la Vega Baja!. Esa noche pasará a la historia por ser cuando se celebre la cena en la que se formará el grupo que dirigirá la maquinaria «independentista» que peleará por la autonomía de la comarca más sureña de la provincia de Alicante, en la que, según los impulsores del proyecto, hay recursos suficientes como para valerse por sí mismos.

Podría entenderse que, por las fechas en las que nos encontramos, este asunto es una «inocentada», pero parece ser que no es así, según cuentan miembros del grupo impulsor del proyecto, en el que se aglutinan un notario ( Manolo), que daría fe de «la asamblea constitutiva», abogados ( José Luis), gestores/auditores ( J.A.Guti), empresarios ( Xu, Víctor o Contreras), agricultores y trabajadores autónomos de diferentes nacionalidades, pero criados aquí, como Marcelo (uruguayo) y Alejandro (ucraniano), además de otros, como Carlos, que trabajan en empresas de diferentes ramos. Con todo, ¡habrá que poner el asunto en cuarentena; por si acaso!.

Uno de los asuntos que mueve a esta asociación es la lucha por el agua para salvar la agricultura, además de impulsar un nuevo modelo de desarrollo económico que permita a la comarca recuperar el lugar que le corresponde en el concierto autonómico, extremo éste que, según los promotores, sólo se conseguiría gestionando los recursos propios de los «vegabajeros», con los que se generarían riqueza y, consecuentemente, puestos de trabajo; eso sí, contando con una infraestructura necesaria/importante para ello, el «Corredor Mediterráneo». Lo dicho, ésta puede ser una jornada histórica y no quiero perdérmela. ¡El «prosés· ha venido y sí se sabe cómo y por qué ha sido!