Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El inmenso dolor de la culpa

Las emociones, incluso las que nos llevan a sentir vergüenza o tristeza, nos guían por el camino correcto

Las emociones son señales de nuestro cuerpo y psique, que nos indican si vamos por el camino correcto, o si es preciso que cambiemos las acciones que estamos tomando en la vida. Algunas son muy negativas. Y nos producen mucho sufrimiento. Sin ir más lejos, la culpa, la lamentación y el remordimiento nos ocasionan tanto dolor que los seres humanos tratamos de evitarlas al precio que sea. Y es en este punto donde radica, precisamente, el valor del mensaje que nos transmiten. Sin duda, son emociones que consideramos negativas, pero, por otra parte, debemos tener en cuenta que cumplen una función muy valiosa. La sensación de culpa nos dice que hemos violado uno de los propios criterios y que tenemos que hacer algo para asegurarnos de no volver a hacerlo en el futuro. Normalmente, cuando rompemos, o creemos haber roto, ciertas normas tanto personales como sociales, hacemos algo que pensamos no debíamos haber hecho o, por el contrario, no hacemos algo que en el fondo creíamos que teníamos que haber hecho, inmediatamente, nos sentimos francamente mal. Por todo ello, deseamos evitar esa sensación de culpa, pues es un sentimiento que nos lleva con facilidad a la vergüenza, tristeza, autocompasión, mala conciencia y al remordimiento, provocando una mezcla de sentimientos que nos hacen sentir fatal y que además se retroalimentan entre sí. Por eso, si tratamos de afrontar la culpa, negándola o suprimiéndola, no funcionará, ya que esta no desaparece, sino que se fortalece más. Tampoco es beneficioso rendirse y sumergirse en ella. De hecho, algunas personas se castigan mental y emocionalmente, porque no logran cumplir con los criterios que han establecido para si mismas en los diferentes aspectos de su vida. Y esto, por supuesto, tampoco es el propósito de la culpa. Lo único que debemos comprender es que está diseñada para impulsarnos hacia la acción, capaz de crear el cambio adecuado. Por ello, lo primero de todo es reconocer que hemos violado uno de nuestros criterios o valores. En segundo lugar, comprometernos absolutamente a lograr que ese comportamiento no vuelva a producirse en el futuro. Podemos ensayar en la mente, como reviviendo la situación y siendo capaz de enfrentarnos a ella de una forma consciente, con los propios criterios personales. Al comprometernos decididamente a no permitir que ese comportamiento vuelva a producirse, veremos la facilidad con que podemos llegar a desprendernos de esta emoción que nos ocasiona tanto sufrimiento.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats