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Lorena Gil López

A contracorriente

L. Gil López

La cuna del turrón

Xixona puso ayer fin a cinco días de una Feria de Navidad por la que han pasado miles de personas. Apenas lleva nueve ediciones, pero ya se ha convertido en una cita obligada en la provincia, como es desde hace décadas la Fira de Cocentaina. Ayuntamiento, comerciantes, turroneros, vecinos, todos se vuelcan y ponen su esfuerzo e ilusión para ofrecer en estos días al mundo la esencia de su forma de vida. Y hay muchos xixonencs que todavía se preguntan cómo es posible que esta iniciativa, dado su éxito, haya tardado tanto tiempo en cristalizar.

De ahí mi sorpresa cuando mi madre soltó una frase el otro día, precisamente de visita en el municipio: «El turrón se come a partir del día 24 de diciembre». Eché la vista a izquierda y derecha por si le había escuchado alguien, en especial mi marido, que es xixonenc. Y es que ahí es donde está el error, en pensar que el dulce solo se debe comer en Navidades. Los turroneros llevan años luchando por desestacionalizar el turrón, es decir, por que su consumo no se limite a esta época del año sino que uno no tenga reparos en comérselo en primavera o en plena canícula. Están sacando al mercando nuevos productos, llevando el dulce a los platos y a las bebidas, y al público le está gustando. Un ejemplo: todo un referente de la gastronomía mundial como es el cocinero catalán Joan Roca, un tres estrellas Michelin y considerado mejor restaurante del mundo en dos ocasiones, explicó ayer en este periódico que tiene un inmenso respeto y cariño por el turrón, un producto tradicional con el que trabaja, y ha abierto una heladería en el centro de Alicante.

Así que ya saben, por favor, no hagan caso a mi madre (yo hay veces que no lo hago) y atrévanse, compren turrón y degústenlo cuando les apetezca.

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