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Tiene que llover

El profesor nada chiflado

La revista científica con la que, en cuanto es filtrado algo, todo quisque se pone en primer tiempo de saludo advirtiendo que lo dice Nature, bien, pues esa ha distinguido al profesor Carlos Belmonte por la trayectoria y el reluciente manojo de investigadores que ha puesto en danza. No hace falta decir que donde más contestada resultó la criatura en su día fue en la Universidad de Alicante, campus en el que empezó a formar la cantera por la que le han dado el Oscar. Que esto ocurra en España, no es que sea un descubrimiento. Estando en Valladolid rodeado de mejores condiciones, lo recuperó para estos confines Gil Olcina apoyado en que, a su objetivo, siempre le ha ido la marcha. Aceptó la oferta en el arranque de los 80 por el cariz de aventura y porque se sentía con las manos libres para desplegar el plan que bullía en su cabeza lo que, tratándose de uno de los hachas a la hora de diseccionar registros cerebrales, podía conseguir que lo miraran de aquella manera. Y vaya si lo consiguió. El ambientazo contra Medicina fue aumentando al ritmo que crecían las necesidades y el prestigio del Instituto de Neurociencias, creado en el 90. Las cien mil pesetas que para cualquier departamento se veían vitales, a estos investigadores no les alcanzaba ni para levantar las persianas porque lo que precisaban eran equipaciones y, en cuanto el equipo rectoral del momento no las incluyó entre las prioridades, se desató la fractura interna. Luego vino lo del presidente de la Generalitat aquel que, a cuento exclusivamente de sus movidas neuronales, segregó la facultad, a lo que nadie de la llamada sociedad civil alicantina dijo ni mu, cuestión también digna de estudio. Igualmente lo es Carlos Belmonte, de raigambre albaceteña ?el del estadio es tío?, con quien mantener un pulso dialéctico es un máster en sí mismo; que, respecto al premio, recuerda con sonrisa picarona que no vuelven aquí hasta dentro de 120 años y que, como no pocos temían, ha acabado saliéndose con la suya. No es por nada, pero hay peligros peores.

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