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Los halcones dan señales de impaciencia

El complejo militar industrial estadounidense, de cuya influencia advirtió en su día alguien que lo conocía muy bien, el general y luego presidente de ese país Dwight Eisenhower, vuelve a dar señales de impaciencia.

Según cuenta el semanario Der Spiegel, en la última reunión del grupo de planificación nuclear de la OTAN, el jefe del Pentágono, James Mattis, informó a los aliados de un supuesto plan ruso para estacionar en su territorio nuevos misiles de alcance medio.

De ser cierto, Moscú vulneraría el acuerdo que firmaron hace treinta años el presidente Ronald Reagan y su colega soviético, Mijail Gorbachov, por el que se prohibían todos los misiles balísticos terrestres o de crucero con un alcance de entre 500 y 5.500 kilómetros.

Los estadounidenses aseguran haber detectado con sus satélites al menos dos misiles rusos de nuevo tipo, los SSC-8, por lo que Mattis conminó a sus aliados en la reunión de la OTAN a acordar una postura común frente a los rusos.

En el caso de que los europeos no lleguen a ponerse de acuerdo en adoptar las sanciones que planea Washington contra Moscú, Estados Unidos actuará por su cuenta, advirtió el jefe del Pentágono.

El problema es que no todos se fían de la superpotencia y no sólo por la poca confianza que despierta su errático presidente, sino porque los propios norteamericanos no suelen revelan tampoco a sus aliados sus fuentes ni sus métodos.

El jefe del Pentágono intentó que de la última reunión de la Alianza saliera una declaración de condena de Rusia por su violación del tratado INF (fuerzas nucleares de alcance intermedio), pero finalmente no lo consiguió por la oposición sobre todo de Alemania.

El ministro de Asuntos Exteriores germano, el socialdemócrata Sigmar Gabriel, ya había advertido en un foro de la fundación Kolber del riesgo de reedición de la Guerra Fría: “Podríamos estar ante el peligro de un nuevo rearme nuclear”.

Pero Washington no está solo, sino que tiene de su parte sobre todo a los gobiernos de los países más próximos y expuestos a Rusia como son los polacos o los bálticos, que temen una repetición de lo ocurrido en Ucrania.

Así, para el ministro de Defensa lituano, Raimundas Karoblis, la supuesta violación por Rusia del tratado INF representa un “desafío a todo el continente”, al que hay que responder con “medidas diplomáticas y militares”.

Para las fuentes consultadas por Der Spiegel, lo único que se sabe es que Rusia ha modificado un misil de crucero marino y lo ha probado en tierra, lo que le estaría vedado únicamente si tuviera un alcance superior a los 500 kilómetros, como denuncian los norteamericanos.

Para convencer a los gobiernos europeos, los halcones norteamericanos hablan de un supuesto plan de Moscú para atacar a los países bálticos en el que los misiles SSC-8 rusos servirían para disuadir a alemanes o franceses de acudir en su auxilio.

Todo en el fondo altamente improbable salvo para los halcones como el senador republicano Tom Cotton o su correligionario y congresista Mike Rogers, para quienes el rearme nuclear es bueno para la seguridad de Estados Unidos y su industria militar.

Veremos cómo en los próximos meses, EEUU y quienes trabajan para su industria armamentística intensifican el cabildeo diplomático para convencer a la opinión pública europea de que, no porque haya renunciado al comunismo, ha dejado Rusia de representar un peligro para Europa.

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