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Mariola Sabuco

«Haciendo puntos»

Conozco a una joven que ingresa poco más de 500 euros al mes trabajando ocho horas diarias. En el Ministerio de Hacienda y en la Seguridad Social solo computa como si laborara tres horas y media al día. Por el resto de su jornada no cobra en negro como algunos podrían suponer por la tradición de algunos sectores económicos en esta provincia, simplemente no cobra. El gerente de la empresa para la que trabaja, muy conocida y con gran prestigio, le ha asegurado que con este sistema ella está «haciendo puntos». Si hay algún hueco a jornada completa (más de diez horas al día), seguro que será para ella. Por supuesto que no se lo ponen por escrito, pero ella finge creer y que algún día sucederá. Al borde de cumplir los 30, con una titulación en Economía, un máster y con la suerte de contar con un trabajo y no haber tenido que emigrar, no le queda más remedio que vivir con sus padres -y a sus padres con ella-. Tuvo pareja, pero lo dejaron estar porque con lo que ella cobra, y él estudiando desde hace un lustro para competir por una plaza en una oposición que con suerte se celebrará el próximo año -o al siguiente-, su relación se secó antes siquiera de enraizar. Presumo que este caso no debe ser algo aislado. Si se generaliza esta fórmula de trabajo para los jóvenes, a quienes no se les permite económicamente pasar a la vida adulta, si se despide a los mayores por tener unos sueldos que ayer eran modestos y hoy parecen de lujo, si no se pueden comprar viviendas, pero suben hasta precios astronómicos los alquileres, ¿cómo nos las arreglaremos para vivir?, ¿se tendrán hijos?, ¿cómo se pagarán las pensiones, los hospitales o los colegios? Vivimos una época de transición que todo lo dejará patas arriba, y no para mejor. Lamento pertenecer a una generación que no va a dejar las cosas mejor de lo que se las encontró, y todo por puro egoísmo.

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