Los gigantes y cabezudos son una tradición popular consistente en sacar en desfile figuras a hombros, que representan a personajes populares bailando y animando o persiguiendo a la gente que acude a la celebración. Están realizadas en cartón-piedra o poliéster (o, más recientemente, fibra de vidrio) y los gigantes con un armazón de cañizo, madera, hierro o aluminio que se cubre con tela, creando un efecto de nobleza, mientras que en los «cabezudos», de menor altura dan un efecto más cómico. Cabezudos: monstruosos, ridículos y cómicos. Gigantes: serios, nobles y agraciados.

De Torrevieja tenemos las primeras noticias en las fiestas con motivo de la proclamación de la corporación del nuevo municipio de Torrevieja el 18 de julio de 1830; saliendo a la calle Simeón, tocando la dulzaina o chirimía -la charamita-, y con acompañamiento de tambor. En un tablado instalado en la plaza de la Constitución, con el permiso de la primera autoridad local, y con acompañamiento de danzas joteras, dieron comienzo a las fiestas. Rogando al señor alcalde mayor, José Galiana, todos a coro, que comprase un par de zapatos nuevos a Simeón, como premio a sus buenos pulmones. La primera danza se iniciaba con la llamada e invocación solemne y majestuosa a la Virgen, de aire popular y que decía así: « A bailar las danzas Alcalde Mayor, / un par de zapatos para Simeón. / Estas son las danzas / que bailan las chicas, / Simeón las toca / con la Charamita".

Armando Bernabeu Andreu, en su libro «La Charamita», apunta sobre el anacronismo, ya que los que necesitarían los zapatos nuevos debían ser los bailadores, o una aplicación de que «como buenos hermanos pidamos todos para todos». Simeón -señala Bernabeu-, agradecería, más de momento, algo de calderilla, aunque fuesen chavos «conejos», para darse unas friegas con aguardiente en la garganta y conservar la agilidad de cuerdas bucales para los días siguientes en que seguía bailando.

A estas jotas se le aprecian unas influencias entremezcladas murcianas y valencianas; y tras la llamada con la dulzaina, para indicar el cambio de paso o entrada de una nueva pareja, se repetía la melodía, en otro tono y con carácter diferentes: « Ha venido de Orihuela / un chico con simpatías / que en andar le parece / a Pepe el de las Marías. / ¡Ay con sal con sal! / Ay con sal y sin sal / y con sal te quiero».

La jota genuinamente torrevejense y que todavía sigue interpretando la charamita es el «Ora pro nobis» (Reza por nosotros): « Como se que te gustan los garbanzos torraos, / por debajo la puerta te los echo a puñaos. / Te los hecho a puñaos, te los echo a puñaos. / Como se que te gustan los garbanzos torraos». Hace referencia a la que ha ido chuchería típica de las fiestas, «los garbanzos torraos», que formaban parte de la «pesá», bolsita de esta legumbre seca y tostada acompañada con avellanas comprada en los puestos faldoneados con la bandera española, instalados en esos días en la Plaza de la Constitución, junto con los puros de caramelo, el pan de novia -tostones de maíz con caramelo-, manzanas caramelizadas y un amplio muestrario de turrones.

Otra referencia al charamitero Simeón es la del versador José Pérez Buades, alias Catín, en las fiestas de la Purísima del año 1885: « Un tablao se formó / para las danzas bailar. / Era digno de admirar y digno quien dirigió. / Y digno el que mandó / llamar al buen Simeón / adornando la función / que a todo el pueblo gustó». En otras fiestas locales, las de San José, sonaba la charamita; en el año 1902, hubo pasacalle de dulzainas por instrumentistas de Orihuela y Bigastro.

La tradición de la comparsa de gigantes y cabezudos en Torrevieja no se sabe exactamente de cuando data, constando la primera prueba documentada, a principios del siglo XX, concretamente en 1904 en el que aparece en el programa de fiestas en honor a la Purísima que el día 6 de diciembre, a las doce de la mañana y a las seis de la tarde habría «pasacalle por la banda municipal y dulzaina, con salida de gigantes y cabezudos»; el día 7, a las cinco de la mañana, diana por la banda municipal y dulzainas, volviendo a salir a la calle, a las doce de la mañana, desde el Ayuntamiento los gigantes y cabezudos, recorriendo la población con acompañamiento dulzainas, igual que el día de La Purísima, mañana y tarde, consiguiendo que los niños tomaran parte activa en el acontecimiento.

Los cabezudos se dedican a perseguir a los chavales y los gigantes desfilaban ceremoniosos desde la privilegiada posición que les da su altura. Su aspecto, en los años veinte del pasado siglo era deplorable, con magulladuras y remiendos. La comparsa estaría formada por dos parejas: rey y reina blancos, otra de reyes moros, además de los cabezudos. El Ayuntamiento tuvo seriamente que pensar en la necesidad de sustituir la comparsa en cuanto las arcas municipales lo permitieran, pero el inicio de la Guerra Civil y la hambruna de la posguerra hizo que no fuera posible. La charamita salió de nuevo a la calle en el año de 1940, con el famoso dulzainero Domingo Moreno, alias « Talento», haciendo las delicias de los pequeños.

Hasta las fiestas patronales de diciembre de 1955 la ciudad no contó con nuevos gigantes y cabezudos realizados en los talleres de los hermanos Mirerte Sáez, de Murcia e inspirados en personajes del cine, desfilaron por vez primera el 2 de diciembre. El dulzainero por aquellos años era el prestigioso « Bartolo», que en realidad se llamaba José Martínez López.

Al día de hoy, la chiquillería y los acordes de dulzaina y tamboril, a los sones de « Serafina la rubiales es una chica muy fina» y hemos oído todos el «Serafina, Serafina», para a continuación seguir con los acordes «Oros, copas, espadas y bastos».