Tendemos a idealizar a los genios reconocidos, creyendo que se trata de afortunados que tienen el don de generar ideas increíbles sin ningún esfuerzo, que cada proyecto que llevan a cabo es exitoso y brillante, y que son, por ello, enormemente dichosos. Sin embargo, a la luz de las investigaciones, podemos afirmar que esto no es así en absoluto.Los estudios han descubierto que la creatividad suele aparecer en personas de familias marcadas por los problemas mentales graves como la esquizofrenia. Abundan los genios con desórdenes bipolares, depresión, ansiedad, pánico o alcoholismo. Pueden llegar a ser neuróticos, sus continuados sacrificios pueden convertirse en obsesión, y suelen vivir de un modo terriblemente solitario, como Albert Einstein. Estas características suelen propinarles un marcado rechazo social, como le ocurrió a Emily Dickinson, Nikola Tesla o Isaac Newton. Además, los psicólogos creen que en el fondo de estos comportamientos podría encontrarse una personalidad esquizotípica. Albert Einstein recogía colillas de cigarros en la calle, Schumann creía que sus composiciones musicales se las dictaba el mismísimo Beethoven -ya fallecido-, Charles Dickens se defendió de erizos imaginarios con su paraguas y Hemingway presentaba niveles medios de paranoia.Por otra parte, los genios se caracterizan por ser personas solitarias e introspectivas, más atraídas por sus propios pensamientos que por lo que sucede a su alrededor, encontrando dificultad para establecer relaciones sociales solidas en su juventud; podríamos decir que su vida es su arte. Su mente asocia ideas que parecen no tener nada en común. Son analíticos, absortos en su trabajo, autodidactas, generalmente su nivel de estudios es medio -como en el caso de Beethoven o Galileo Galilei-, son autocríticos, enormemente perfeccionistas, metódicos, su método de trabajo es el ensayo y error, destinando mucho tiempo a analizar sus equivocaciones, y trabajan por pasión, no por dinero. Otra característica de los genios es que son capaces de manejar mucha información. Normalmente todos tenemos un filtro mental denominado inhibición latente, que restringe nuestro campo perceptual permitiendo que muchos de los estímulos que nos rodean, aparentemente intrascendentes, no lleguen a la consciencia. Tanto los genios, como las personas con esquizotipia o esquizofrenia bloquean menos información de forma que una mayor cantidad de estímulos llega a su conciencia pudiendo desencadenar alucinaciones o ilusiones.Todo ello nos permite suponer que, en la práctica, la experiencia vital de un genio esta probablemente alejada de la felicidad, y que sólo en esos momentos en los que grita: «¡Eureka!», se siente verdaderamente pleno. Pese a todo, muchos -como Salieri en la obra de Peter Shaffer- les admiramos.