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Manolo Alarcón

Análisis

M. Alarcón

Pineda miente y se queda sin crédito

El presidente del Consorcio de Residuos de la Vega Baja cierra una «semana horribilis» en la que ha tenido que admitir que ha hecho lo mismo que tanto le ha criticado al PP

Manuel Pineda, alcalde de Rafal, diputado en Cortes, secretario comarcal del PSOE y presidente del Consorcio de Residuos de la Vega Baja (todo ello méritos conseguidos en sólo seis años de bagaje político), tuvo que recibir en la comarca el 21 de noviembre al presidente de la Generalitat, Ximo Puig, desayunándose un titular de este periódico en el que admitía que el proyecto de una empresa para instalar una planta de basuras en Orihuela que él había presentado el 23 de octubre dando todo tipo de detalles (como los costes de su puesta en marcha), se lo había encontrado un buen día en su despacho de la Alcaldía. En esa misma información negaba haber mantenido reuniones con la mercantil. Una copia del mismo se encontraba presentada en el registro de la Diputación en un sobre lacrado que nadie había querido abrir. El conceder un negocio a una mercantil que tenía que invertir dos millones de euros pasa sí o sí por un concurso público y eso se supone que un alcalde y diputado autonómico, elegido para resolver uno de los principales problemas de gestión en la Vega Baja, origen de la corrupción y del caso Brugal, debería saberlo más que de sobra y no sólo porque esté rodeado de asesores sino porque ha hecho gala cuando se trataba de criticar al PP de sus conocimientos. Pero no. El bueno de Pineda se fue a la prensa a presentar un proyecto irrealizable en el que estaba hasta decidida la ubicación y no por él sino por la mercantil. Y se quedó tan pancho.

Después de destapar que todo el proceso era éticamente reprobable y, si se descuidan, fraudulento por la forma en la que actuó, el Consorcio que preside, se supone que en aras de la transparencia que pregona, borró de internet su comparecencia: vídeo, nota y fotografías de la presentación del mismo. No dejó ni rastro y si hubiera podido, también nos hubiera borrado a nosotros, y no sólo él, también algunos que le hacen la ola. Después de que se le sonrojara por este periódico el gesto de cargarse la prueba, ésta reapareció de forma mágica.

Con todo aquello dos alcaldes del PP de la Vega Baja, Emilio Fernández y Antonio Bernabé, de Redován y Benejúzar, pidieron su dimisión y anunciaron que lo llevarían a Anticorrupción porque no era de recibo que alguien que se ha vanagloriado de estar por encima del bien y del mal en el tema de las basuras, de sacar el látigo acusando de corruptos a dirigentes populares, hiciera lo que él hizo con explicaciones tan vagas.Por este motivo también pidió su dimisión el portavoz de Cs en Orihuela, Juan Ignacio López-Bas, de quien días antes Pineda, azuzado seguramente por alguien, había insinuado que tenía amigos interesados en estos contratos.

Toda esta situación, de la que principalmente se ha hecho eco sólo este diario, desembocó el lunes en una rueda de prensa organizada por el Consorcio que preside Pineda (no por él, y esto es importante). El acto a algún periodista le recordó a los que organizaba José Joaquín Ripoll cuando era presidente de la Diputación e iba a Orihuela: desayuno abundante en el Hotel Tudemir rodeado de alcaldes de la Vega Baja (entonces eran del PP y en este caso, socialistas) para dar sus explicaciones (?) sobre el «affaire».

Este periódico se quedó con el titular: «No soy un chorizo», algo que repitió varias veces, aunque cualquiera de las frases que jalonaban esa página eran igualmente jugosas: «El Ayuntamiento de Orihuela tenía interés en que la planta de basuras la hiciera una empresa privada», «No he hecho nada que sea ilegal, considero que ser transparente no es motivo de dimisión» o, el que más nos sorprendió: «Me he reunido con empresas de basuras a instancias de altos cargos del PP de la provincia».

Si recuerdan, a este periódico le negó haberse reunido con empresas cuando se le preguntó cómo había llegado a sus manos ese informe y, ahora, resulta que sí se reunió y fue, dice, a instancias de altos cargos del PP. Pese al interés que teníamos en que los identificara, no lo hizo. Curioso cuando se trata de un político que ese mismo día se había definido como «transparente», motivo por el cual no tenía que dimitir. En cualquier caso, no sé si ¿acusar? aquel día a dirigentes del partido rival de prepararte reuniones con empresarios es más o menos grave que admitir que él, un presidente que representa a 27 alcaldes y a una comarca y que defiende las siglas de un partido que ha denostado hasta la saciedad lo que ha supuesto la corrupción para la comarca, se pliegue a las peticiones de otro para hacer cosas cuanto menos poco éticas. Y tampoco sé si los regidores y algún asesor que le acompañaban no tenían otras cosas más importantes que hacer por el futuro de sus pueblos que pasar media mañana desayunando y escuchando a Pineda decir que no es un chorizo. Y no quiero ni pensar que ese ágape lo tuvieran que pagar los ciudadanos de la comarca para que el presidente se justificara. No, ese seguro que no tendrá una factura a nombre del Consorcio, aunque fuese el que lo convocó.

Manuel Pineda no creo que sea un chorizo. Siempre me ha parecido que es una persona que venía a hacer las cosas bien. Tenía un gesto y un discurso fácil y una palabra sencilla y eso enrabietaba al Partido Popular. Caía bien. Pero como a casi todos, el poder y los malos consejeros le han terminado por llevarlo por el camino de la amargura.Aunque para mí lo más grave es siempre que un político mienta. Y no es que al periódico le mintiera, le mintió a los miles de lectores a los que aseguró que nunca se había reunido con la empresa. Y, ¿ahora tenemos que creernos que él y su partido eran la solución para las basuras de la Vega Baja? ¿Por qué llevan dos años y medio y no se ve que nada avance más que para hacerse fotos, acudir a ferias o regalar tazas?

Pineda, probablemente no dimitirá, sencillamente, porque se lo ha pedido el PP que tampoco está para dar muchos ejemplos de nada, pero si con ello cree que puede seguir siendo el presidente del Consorcio, allá él, pero ha perdido el norte de esa política sana y ética a la que tanto defendía.

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