Lo que hace el vino no lo hacen las bellotas, decía mi abuelo Santiago, que era muy filósofo. A la vista ha quedado cuánta razón tenía, durante el juicio que se está siguiendo por violación múltiple a una chica en los Sanfermines en Pamplona, contra el grupo autodenominado «La manada». Nadie les podría haber dado un nombre mejor a esas cinco bestias. La juerga no puede servir de excusa para cometer actos tan reprobables. Por otra parte está habiendo una reacción popular frente a estos hechos brutales en toda España como no recuerdo yo antes. La joven ha tenido mucho valor al denunciar, exponiéndose así a las miradas de todos, entre las que habrá también muchas morbosas y otras reprobatorias. En este sentido, resulta incomprensible que el tribunal admitiera a trámite pruebas de la conducta de la chica posterior a los hechos enjuiciados, como si algo de lo ocurrido después de las violaciones pudiera justificarlos o restarles gravedad.

A la joven de la violación parecen estar reprochándole desde algunos sectores que no se resistiera, pero les voy a contar algo para que vean que para algunos las mujeres no somos capaces de acertar. Hace años un tipo me asaltó por la calle cuando yo volvía de defender en un juicio penal a un chorizo, llevando la toga del brazo. Mi atacante me tiró al suelo y yo me defendí, y como él vio que no podía conmigo, porque me salió el instinto de que si me tocaba un pelo lo mataba, al final salió huyendo. Puse una denuncia y al día siguiente me llamó un policía, medio burlón, diciéndome que quería hablar conmigo de la pelea que había denunciado y en parte regañándome por haberme defendido. Fíjense si tuvo poca gracia el comentario, pero es sin duda lo que piensan muchos. El machismo más recalcitrante dicta estos pensamientos, lo de que si no te resistes a una agresión así es porque en el fondo la consientes, pero que en cambio si te defiendes eres una imbécil suicida.

Menos mal que hay muchos hombres tan concienciados con el problema como nosotras, lo que nos da la esperanza de que algún día podamos vencer esta lacra. No es una mera lucha de las mujeres por ser respetadas e incluso queridas y por evitar la cosificación de nuestros cuerpos. Y ello porque también hay muchos hombres, la mayoría, que sí aman a las mujeres y están codo con codo alineados con nosotras. Compartimos con ellos el propósito de evitar la violencia contra lo que se ha venido llamando tradicionalmente el sexo débil, expresión obsoleta que, por suerte, también está en vías de extinción.