Me niego. No voy a denominar «manada» al grupo de energúmenos que se sientan en un juzgado de Navarra acusados de violación. Hacerlo sería ofender a muchos animales irracionales que optan por este tipo de agrupación por cuestiones de supervivencia. Si jauría se define como «grupo de perros amaestrados que, a las órdenes de un perrero, persiguen con saña a un individuo»; jauría sería una forma más apropiado para denominarlos.

Decía que la jauría formada por cinco personajes que desde Sevilla se desplazaron a Pamplona para celebrar San Fermín no se agruparon por una necesidad de supervivencia, tampoco lo hicieron para ir de romería o disfrutar de un periodo vacacional; viajaron más de mil kilómetros para dar rienda suelta a sus deseos más bajos y ruines. En la cobardía y la impunidad que genera el grupo llegaron a la capital de Navarra para saltarse todas las normas sociales y de cívicas, fueron para hacer el mal y como único objetivo poner en práctica el odio, la ojeriza, la fobia y el resentimiento que, como han dejado al descubierto en sus conversaciones, sienten por la mujer. Era su forma de divertirse, fueron a divertirse. ¡Malditos sean!

Ojalá, ojalá haya un antes y un después del juicio contra «la jauría». Ojalá sea una sentencia ejemplarizante y que estas perversas, dañinas y malvadas «bestias» pasen buena parte de sus vidas entre rejas. De paso podría servir de aviso a navegantes y así a ver si algún que otro desgraciado se lo piensa dos veces antes de atentar contra la integridad física y psicológica de una mujer.

Quiero y debo respetar la presunción de inocencia, y no voy a juzgarlos por los delitos que están encima de la mesa de los jueces; «violación grupal», ni más ni menos. Pero sí quiero dejar claro que para mí son culpables de delitos que ignoro si los contempla el Código Penal. Para mí son culpables por el lenguaje ofensivo, denigratorio y homófobo hacia la mujer del cual han fanfarroneado en redes sociales. Son culpables de apología de la violencia de género. Son culpables de la incitación al desprecio y odio hacia otro ser humano; la mujer. Son culpables de presumir del machismo más rancio, repugnante y criminal que, no solo aparece en sus conversaciones si no que, con planificación y una frialdad espantosa lo llevaron a cabo, además de grabarlo, para vanagloriarse y presumir de su hombría.

Uno de los juzgados, Alfonso Jesús Cabezuelo, dice que borró parte de las grabaciones ya que el contenido del video podría ponerlo en un compromiso si su novia llegaba a verlo. ¿Sabía su novia que Alfonso formaba parte de la «jauría»? ¿Imaginaba su novia de las fechorías, abusos y crueldades que la «jauría» llevaba a cabo? Y lo que más me preocupa; ¿sigue teniendo novia el tal Alfonso Jesús?; porque amigos que le den palmadas, amigos que admiren sus asquerosos logros, amigos que babeen a su lado y que lo envidien, seguro que los tiene.