¡Tanto se ha «dao» la tabarra -en plan mosca cojonera- que finalmente se ha conseguido, para bien de los oriolanos!. Ahora veremos quién se sube al carro y se apunta el tanto, porque seguro que alguien lo hace; ¡tiempo al tiempo!. De echo alguien ya se ha «afotao» en la puerta del «edifisi» junto al Molt Honorable, Quino I de Morella. Que uno recuerde, los partidos que han concurrido últimamente a las elecciones locales/domésticas siempre han planteado -en sus programas- la «recuperación» del edificio de los antiguos Juzgados, pero la cosa «pasará a la historia» como «un logro» del PP. ¡Ya lo veréis; hay que rentabilizarlo políticamente!. Este asunto, la reversión del inmueble a sus legítimos propietarios, siempre aparecía «en los papeles» -no precisamente los de Panamá, aunque a lo mejor también- como algo testimonial, igual que «la rehabilitación» de la añorada Plaza de Toros, que es la almorrana que tiene el equipo de desgobierno en Palacio y que da una imagen «mu mala», para lo que debería ser la entrada a una Gran Ciudad; ¿verdad, Andrés?. ¡Si el Cardenal Loaces levantara la cabeza, y para dar esplendor/vistosidad/prestigio a su pueblo, lo mismo arreglaba el asunto -lo del coso taurino-, como antes hiciera con la Universidad Literaria de Santo Domingo, una de las más antiguas de España, junto a las de Alcalá y Salamanca!.

La reivindicación del antiguo edificio judicial oriolano viene de lejos. Si mal no recuerdo, empezó con José Manuel Medina ocupando el sillón del despacho principal de la Casona de la Esquina de Pavo. Él fue quien, bajo la presidencia de Paco Camps, negoció con el conceller de turno la construcción del nuevo Palacio de Justicia y su posterior permuta por el antiguo, más una cantidad de «pelas». Pero, «mi goso en un poso», porque todo quedó en "stand by" (en espera, para los no iniciados en la lengua de Shakespeare); es decir, durmiendo el sueño de los justos y sobre el que casi nadie agitaba «las conciencias», para que «los de arriba» -fuesen del partido que fuesen- no se mosquearan y fuese peor el remedio que la enfermedad. Si alguien movía un dedo para que nos dieran lo que es nuestro y ponía patas arriba los «simientos» del Palau, en Valencia, lo hacía con la boca pequeña, porque tal vez se pensaba que lo que era bueno para conseguir unas cosas era malo para otras y, además, no se quería que los del Cap y Casal pensasen que los oriolanos somos unos pordioseros pedigüeños. ¡Válgame el Señor!.

Desde la princesa « Laia» Lorente hasta la «ciudadana» Ezcurra mucha gente ha batallado para que el «palasete» volviera a ser de los oriolanos. Incluso -¡recordarlo!- «la brujita» Moreno inició los trámites para desahuciar a la Consellería de Justicia y que abandonase el Palacio de la Plaza de Santa Lucía, siempre y cuando la administración valenciana no cumpliese con lo acordado/pactado, y que no era otra cosa que pagar tres millones de pavos y la reversión de la antigua sede judicial al pueblo. ¡Ni los jueces dejaron de acudir a su trabajo ni la administración autonómica devolvió lo que no era suyo; vamos que no se cumplió lo de «a Dios lo que es de Dios y al césar lo que es del césar!», más bien la cosa quedó en «lo que es mío es mío y lo tuyo es de los dos». Pero, ya se sabe, ¡nunca es tarde si la dicha es buena! y al final se ha «conseguío». ¿Y ahora qué?.

No recuerdo si el edificio de los antiguos juzgados es grande o pequeño. Sólo acudí una vez a sus instalaciones/dependencias y fue para asistir al juicio que me plantearon los socialistas oriolanos cuando les «destapé» unas «cosillas raras» que tuvieron su origen en lo que, entonces, se llamó " Caso Nécora" (Negocios Comarcales Rápidos). La causa se archivó, no sin que antes se descojonase el juez que llevó el asunto, porque -según Su Señoría- los argumentos planteados por «la parte querellada» eran «pa» reírse, tal y como demostraron mis abogados. Bien, pues desconozco cómo estarán esas dependencias después de tantos años «fermés» y los trabajos de acondicionamiento que se habrán de acometer para ponerlas «en solfa». De lo que si estoy seguro es de que habrá que gastarse una «pasta gansa» para reacondicionarlas. Lo importante es que, como dijo Josep Tarradellas, ex presidente de la Generalitat de Cataluña, cuando regresó de sus 38 años de exilio -dos después de la muerte del general Franco-, tras ser amnistiado por el Gobierno de Adolfo Suárez: «¡Ja sóc aquí!» (ya estoy aquí).

¡Y Ahora viene lo más interesante!. ¿A qué se destinará el edificio de los antiguos juzgados?. Lo lógico sería que albergase dependencias municipales, para ahorrarse un dineral/pastizal en alquileres, pero recordad que alguien, tras un orgasmo mental/tormenta de ideas, dejó caer la posibilidad de que acogiera el Centro de Salud del Rabaloche. ¡Y se quedó tan pancho!. ¡Puede pasar de todo; se han dado varios casos!. Llegado este punto, cabe preguntarse: ¿y ahora qué?; ¿pasará lo mismo que con el Palacio de Rubalcaba y no sabremos qué uso darle?. Por cierto, Joaninasi, tú que tienes enchufe, ¡exígele a los catalanes que nos devuelvan el Llibre dels Repartiments!. ¡Ay, Señor; esto es un no parar!.