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Francisco Esquivel

Tiene que llover

Francisco Esquivel

Melodía conjunta

Entrada la noche, la niña envía un mensaje al grupo familiar de güasa: «¡Tengo entrada para Drexler en el Liceu!». También vendrá por aquí y, tras Barcelona, abrirá las aguas del océano hasta desparramarse entre Washington y Tijuana, con un denominador común: la gente anda loquita por sus huesos.

Jorge ejercía de médico en Montevideo y, en el 94, hizo de telonero de Sabina. Fue Joaquín el que le dijo vente p´a España, tío. El trovador uruguayo conecta como la madre que lo parió a través de las redes y arrancó 2017 año pidiéndole al personal que enviara décimas para rendir homenaje al Guernica en el 80 aniversario del bombardeo, cantándole al lienzo picassiano en el Reina Sofía de la mano de Radio 3. Reunió dos mil sugerencias. Si la localidad se resiste puede pillarlo por You Tube donde se topará con el recorrido que se marca en el apartado correspondiente a «música e identidad». En él observa la evolución de la décima que, aún compuesta por Vicente Espinel en Málaga en 1591, Sudamérica ha adoptado hasta hacerla suya y del mestizaje rítmico que, yendo a sus raíces, el compositor relata así: «La milonga uruguaya tiene un patrón característico, pero éste viene de África. Ya en el siglo IX surge en los burdeles de Persia; en el XIII, en España, de donde siglos después cruza a América con los esclavos africanos mientras en los Balcanes se junta con una escala gitana y da en parte origen al klezmer, que los inmigrantes judíos ucranianos llevan a Brooklyn, lo cantan ?Hava/Nagila Hava? y su vecino, un niño argentino de origen italiano llamado Astor Piazzolla lo escucha, lo incorpora y transforma el tango de la segunda mitad del XX con su un, dos, tres tocado además en el bandoneón, instrumento alemán del siglo XIX, creado para las iglesias que no podían permitirse un órgano y que, increíblemente, termina en el Río de la Plata, constituyendo la esencia misma del tango y la milonga». Se trata solo de aceptar que, con la suma de acordes, es como mejor sonamos. Sí, claro. Un siglo de estos.

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