Hace seis años Obama predicaba la primavera árabe en un memorable discurso en El Cairo. Era el anuncio de una mano tendida hacia los árabes y que pedía la democratización de las teocracias autoritarias islamistas, caminar hacia la democracia de los países árabes y la pacificación de Oriente Medio. La primavera árabe que lanzó Obama en 2011 tuvo más incidencia en los países árabes y musulmanes con regímenes laicos o moderados: Irak, Siria, Egipto, Túnez, incluso Libia o Marruecos. Mientras estos más receptivos se desestabilizaban o tambaleaban con los cambios, las teocracias reprimían ?caso de Omán, con la ayuda Saudí?por mandato divino, sin piedad.

Estados Unidos, gracias al impulso de las energías no contaminantes,y a recuperar el primer puesto en la producción mundial de crudos, superando a Arabia Saudita, se liberó de la dependencia que mantenía del reino wahabita, mayor en el caso de Europa. Por otra parte, la firma del acuerdo con Irán para frenar la producción de armas nucleares permitía la aparición del régimen chiíta con un nuevo protagonismo y renovado estilo en la escena internacional. Los dos factores contribuyen indirecta y directamente a limitar los movimientos, la financiación y el reclutamiento de radicales para el ISIS y Al Qaeda apoyados por lo saudíes. Mientras Qatar amparó a los Hermanos Musulmanes en Egipto y en Gaza ?Hamas? es de lo que le acusa Arabia, y el aislamiento al emirato más «liberal» de la península. El liderazgo en el mundo árabe no es exclusivo de los saudíes, están en competencia con Irán ?chiítas? y está más cuestionado que nunca. En 2006 la intervención de Irán fue crucial en el revés militar, el único en toda su historia, de Israel en Líbano; su apoyo a Hezbollah ?calificada como organización terrorista? y a los kurdos de Irak y la intervención de ambos han sido importantes para la derrota de ISIS y Al Qaeda en Siria e Irak y la creciente estabilización de ambos países.

Pero no es esta la línea que ha seguido Donald Trump: de Arabia Saudí no le interesa más que el contrato de armamento por casi cien mil millones de euros. El heredero del emirato, Mohamed bin Salman, con la excusa de acabar con la corrupción se ha deshecho de los competidores, ha reforzado el control político y militar del régimen mientras ha aflojado en los aspectos sociales como autorizar a la mujer a conducir o estudiar; no es menor, y arrastrará a medio plazo cambios políticos y legales. Trump ha dejado hacer al príncipe heredero: amenazando al emirato liberal de Qatar, desestabilizando la coalición gubernamental en el Líbano, y creando una coalición para intervenir en Yemen. Este avispero tiene muy malas perspectivas y está llevando la guerra al propio territorio saudí. El grupo de expertos de la ONU en el informe (S/2017/81) emitido en enero sobre el Yemen, considera que «la victoria militar absoluta de una de las partes ya no es una posibilidad realista en el corto plazo. El país se ha fragmentado en centros de poder que compiten entre sí: la alianza huzí-Saleh, ?apoyados por Irán, añado? que controla la mayor parte de las tierras altas del norte, y el gobierno legítimo, que está respaldado por las fuerzas de la Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos».

«Ahora mismo, Estados Unidos está jugando al son de Israel: ofrecer una apariencia de paz sin ninguna perspectiva de paz. Habla de un acuerdo pero se permiten asentamientos que están volviendo imposible la solución de los dos Estados. Además se ha lanzado a los brazos de Arabia Saudí». Lo ha dicho Ben Rodhes, exasesor de Obama en política exterior. Arabia Saudí quiere llevar el mando en el Oriente Medio árabe lo que no está mal visto por Israel, y cuenta con el respaldo de Trump que querría romper el acuerdo nuclear con Irán. (Esto no es algo que le ayude a que Corea del Norte se fíe de acuerdos con EE UU, si no respeta lo ya firmado con Irán).

Después de siete años de guerra la mejor perspectiva de paz es en Siria e Irak, si integran a la oposición y a los kurdos respectivamente; Líbano desestabilizado, Libia dividida entre dos gobiernos. Apoyados por Arabia, unos, y otros por Irán, aunque de momento no se enfrentan directamente, Yemen es un conflicto que puede extenderse. Israel ejecutando sus planes al margen de la autoridad palestina. La Rusia de Putin ganando protagonismo en Oriente Medio, también allí.