Barceló vuelve a llamar a la puerta de NH para quedárselo. Es el quinto intento en veinte años, prácticamente uno con cada gestor de la extensa pero zigzagueante cadena creada por Antonio Catalán. Puede atestiguarlo Rodrigo Echenique, el histórico ejecutivo del Santander trasladado al gigante turístico un lustro atrás. Todas las intentonas se vieron frustradas. La actual no cuenta con más de un diez por ciento de probabilidades de prosperar, pero por los mallorquines no quedará.
La divulgación de la carta de intenciones de Simón Pedro Barceló, copresidente del grupo mallorquín junto a su primo Simón Barceló, obedece a un intento de torpedear la fusión por absorción. La maniobra corresponde a ejecutivos que perderían poder con la compra, y entorpece la negociación. Sin embargo, la entusiasta reacción de los analistas y mercados ha sido un bumerán que se vuelve contra los saboteadores.
La fusión catapultaría a Barceló/NH fuera de la liga española. Colocaría a la cadena resultante entre las tres mayores de Europa y con proyección planetaria. El EBITDA de los dos presuntos socios supera a Meliá en la relación de 600 a 300 millones. La deuda acumulada asciende a mil millones, que los negociadores consideran asumibles dado el reciente cambio de rumbo en la entidad absorbida. La operación improbable pero anhelada por los mallorquines supondría la salida a Bolsa de facto de Barceló.
Ningún gigante turístico local se ha rendido a los encantos de los mercados desde que lo hiciera Gabriel Escarrer empujado por su hijo, y no está claro que el fundador de Meliá optara hoy por un desnudamiento que multiplica el riesgo de exposición. De frustrarse el quinto intento, la cadena Barceló volverá a sus cuarteles de invierno, sin sucumbir a las tentaciones de buscar liquidez bursátil. En cuanto a NH, carece de accionista de referencia, situación óptima para que los directivos empuñen las riendas.
